martes, 21 de abril de 2015

CAYO MARIO Y LAS GUERRAS SOCIALES





LAS GUERRAS SOCIALES

Un nuevo drama puso a Roma en peligro: La rebelión de Italia.

Después de la conquista romana, las diversas ciudades y regiones de la península estaban sometidas con regímenes muy variados: Algunas (como el Lazio) gozaban de igualdad de derechos, pero la mayor parte formaba categorías inferiores, estando excluidas de la vida política, aunque sometidas a los impuestos y a las levas militares.




Los magistrados romanos se comportaban frecuentemente como tiranos locales con respecto a los "aliados" (socii, de donde el nombre de la guerra social). Estos estaban además excluidos de la distribución de las tierras después de la desmovilización de los ejércitos.




Un joven noble elegido tribuno, Livio Druso, reanudando el proyecto de Cayo Graco, propuso extender el derecho de ciudadanía a todos los itálicos.




Pero fue asesinado (91 a. de J.C.) y, al año siguiente, los estados aliados, exasperados, se sublevaron, pobres y ricos unidos, formando una confederación y emprendiendo una verdadera guerra de secesión: una guerra encarnizada (90-89 a. de J.C.), acompañada de exterminios, que causó más de 100.000 víctimas.



Mario fue llamado por el Senado, pero los mayores éxitos contra los insurrectos fueron alcanzados por su lugarteniente: Sila. Finalmente, el Senado, para romper la alianza de los adversarios, concedió gradualmente el derecho de ciudadanía a los itálicos leales primero, y después a los que deponían las armas.



Los samnitas fueron los últimos en rendirse. En el año 87 a. de J.C., toda Italia (que respecto de la actual acababa en la línea del río Rubicón) estaba unificada bajo el mismo derecho. Una vez más, la ceguera del Senado había costado cara.








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