Eusebio de Nicomedia y
Constantinopla (m. 341) fue obispo de Berito (actual Beirut), posteriormente de
Nicomedia cuando la corte imperial residió allí y finalmente de Constantinopla
desde 338 hasta su muerte. Fue uno de los obispos arrianos más importantes.
Propagó el arrianismo entre los pueblos germánicos, particularmente los
visigodos, ostrogodos y vándalos.
Estaba emparentado lejanamente
con la familia imperial de Constantino I el Grande, lo que le proporcionó los
medios para ascender desde la insignificante sede episcopal de Berytus hasta la
de Constantinopla, y además le permitió alcanzar gran poder eclesiástico. Gozó
de completa confianza por parte de Constantino I y Constancio II excepto por un
breve período, y algunos creen que fue él quien bautizó al primero en su lecho
de muerte en mayo de 337, momento en el que está aún en comunión con la
Iglesia.
Como Arrio, era discípulo de
Luciano de Antioquía, y es probable que mantuviese los mismos puntos de vista
que Arrio desde muy joven. Posteriormente modificó parcialmente sus ideas en
algunos aspectos, o quizá bajo la presión de las circunstancias, pero de todos
modos fue, si no el maestro, el líder de la corriente arrianista.
Durante el Primer Concilio de
Nicea (325) firmó la Confesión, pero solo tras una larga y desesperada
oposición. Su defensa de Arrio y sus tesis encolerizó al emperador y un par de
meses después del concilio fue condenado al exilio. Tras un intervalo de tres
años, consiguió recuperar la confianza imperial y tras su vuelta en 329
consiguió que toda la maquinaria del gobierno se pusiera de su lado para
imponer sus tesis sobre toda la Iglesia Cristiana.
No debe ser confundido con su contemporáneo Eusebio de Cesarea, autor de un conocido libro sobre la Historia de la Iglesia.
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