Puesto que los judíos consagraban a sus reyes ungiéndolos con
aceite sagrado, llamaban al rey «el ungido», así como los modernos que
consagran a sus reyes coronándolos los llaman «testas coronadas».
En hebreo la expresión «el ungido» es «mesías». Los judíos, pues, esperaban la llegada del «mesías».
Algunos de sus discípulos empezaron a creer que era el Mesías (y ahora la palabra comienza a escribirse con mayúscula inicial, y lo mismo los pronombres referentes a Jesús, pues cientos de millones de hombres desde entonces han creído en la naturaleza mesiánica y divina de Jesús).
La palabra griega que significa «el ungido» es
«Christos», de modo que lo que en hebreo habría sido «Josué el Mesías»
se convirtió en la versión castellana de la forma griega: «Jesucristo».
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