Digo de los injustos que en su mayoría, aunque
escapen en la juventud, terminan siendo atrapados y parecen estúpidos al final
de su camino, y cuando llegan abatidos a la vejez, tanto los ciudadanos como
los extranjeros se mofan de ellos; acaban derrotados y convertidos en lo que el
oído educado no quiere escuchar.
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