En la Antigua Roma entre más de una cuarta parte y a veces
hasta casi la mitad de las mujeres casaderas matrimoniaban con hombres que más
o menos tenían las edades de su propio padre.
Y no era nada atípico, ya que en aquella época las mujeres
consideraban que los hombres más mayores solían ser mucho más considerados,
razonables y experimentados que los hombres de edad más próxima, y eso es algo
que valoraban mucho.
Aparte las familias muchas veces acordaban y negociaban los
noviazgos o bodas de sus hijos, por las ventajas o intereses en los que les
pudieran beneficiar las alianzas familiares.
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