jueves, 9 de febrero de 2023

SPINTRIA

No es ningún secreto que los romanos buscaban el placer sexual fuera de sus hogares. La mayoría de matrimonios, sobre todo en la aristocracia, eran entendidos como un contrato de intereses familiares y económicos, donde el amor pocas veces tenía que ver con emparejarse a alguien para formar familia.

 

Para la sociedad romana, la prostitución era vista como un mal necesario para sus hombres, que buscarían el placer sexual ante profesionales sin tener que molestar a las mujeres de otros hombres. Los propios cronistas romanos como Catón definían esto como algo necesario en los matrimonios que servía para «sanearlo».

 

Durante la República los burdeles fueron evolucionando, pero fue después de la Primera Guerra Púnica cuando los romanos lo vieron como algo lógico e incluso, necesario para la sociedad. Ya el propio derecho romano definía a las meretrices como «personas que abiertamente obtenían dinero con su cuerpo» y durante mucho tiempo se crearon decenas de edificios dedicados a los actos de lujuria de los romanos.

 

No es ningún secreto que los romanos buscaban el placer sexual fuera de sus hogares. La mayoría de matrimonios, sobre todo en la aristocracia, eran entendidos como un contrato de intereses familiares y económicos, donde el amor pocas veces tenía que ver con emparejarse a alguien para formar familia.

 

Para la sociedad romana, la prostitución era vista como un mal necesario para sus hombres, que buscarían el placer sexual ante profesionales sin tener que molestar a las mujeres de otros hombres. Los propios cronistas romanos definían esto como algo necesario en los matrimonios que servía para «sanearlo». Tal es así, que el escritor Catón el Viejo nos cuenta lo siguiente: “es bueno que los jóvenes poseídos por la lujuria vayan a los burdeles en vez de tener que molestar a las esposa de otros hombres”.

 

Durante la República los burdeles fueron evolucionando, pero fue después de la Primera Guerra Púnica cuando los romanos lo vieron como algo lógico e incluso, necesario para la sociedad. Ya el propio derecho romano definía a las meretrices como «personas que abiertamente obtenían dinero con su cuerpo» y durante mucho tiempo se crearon decenas de edificios dedicados a los actos de lujuria de los romanos.

 

Estas monedas, más bien fichas, eran realizadas en bronce o latón, y tenían unos 20 milímetros de diámetro. Existe controversias sobre para qué se utilizaban este tipo de monedas que no eran oficiales del estado.

 

Para muchos, eran monedas que los romanos utilizaban para pagar a las prostitutas por adelantado. En ellas, era común que por un lado mostraran la cantidad y por el otro una escena sexual. Para muchos historiadores estas fichas las utilizaban los chulos de las prostitutas.

 

Estos chulos cobraran el servicio por adelantado y mediante la postura que se podía ver en la moneda, designaban el servicio que el cliente quería. Muchos historiadores de la época escribieron que era una moneda de burdeles que servía para que las prostitutas que no sabían latín entendieran el servicio que el cliente quería recibir.

 

Pero la mayoría de fuentes coinciden en que no era una moneda con la que se pagada los servicios ya que las cantidades que marcaban en la mayoría de ocasiones no coincidían con lo que normalmente cobraba una prostituta romana por sus servicios.

 

Además, las fuentes también coinciden en que jamás se ha encontrado ninguna de estas monedas en los burdeles que se han excavado hasta la fecha, poniendo en cuestión que la spintria fuera una moneda con la que pagar servicios. Más bien era una ficha utilizada en privado en los burdeles entre los chulos y los clientes romanos.

 

 Spintria fue utilizado por Suetonio para referirse a los jóvenes prostitutos masculinos,​ del griego σφιγκτήρ (sphinktḗr, esfínter [anal]). En el siglo XVI, el nombre pasó del antiguo sentido de las personas que cometían actos escandalosos, es decir, actos sexuales y/o sensuales fuera de lo que se consideraba la norma, o del lugar donde se producían los actos escandalosos, como los jardines de Tiberio en la isla de Capri), a las propias fichas.​

 

Bette Talvacchia identifica el primer uso del término spintriae para referirse a las fichas en el tratado de Sebastiano Errizo de 1559, Discurso sobre las medallas antiguas (Sopra le Medaglie Antiche, Venecia, 1559).

 

 La hipótesis tradicional es que las spintriae pudieron haber sido usadas para pagar a prostitutas, que a veces hablaban un idioma diferente. Aunque esto es objeto de debate, se trata de una hipótesis forzada, puesto que los números que incluyen no coinciden con los precios conocidos entre las prostitutas romanas. Algunos teorizan que eran fichas para jugar, y pudieron haber sido producidos sólo durante un periodo corto, probablemente en el siglo I d. C.

 

La arqueología ha demostrado que de los miles de lupanares que existieron por todo el imperio romano, en ninguno de ellos se ha encontrado una pieza con estas características. Además, en las spintriae se encuentran innumerables enlaces de acuñación con otras piezas de tipo no erótico, entre ellos el referente al famoso juego de la morra, reforzando la hipótesis de que estas piezas fueron utilizadas en algún juego de mesa. Asimismo, se baraja que las spintriae fueron fichas distribuidas como regalo a soldados o ciudadanos antes de partir a sus nuevos destinos, pues los hallazgos de spintriae se reparten a lo largo de todo el Mediterráneo.​

 

Se ha sugerido que la explicación más plausible parece ser que se utilizaban como fichas de taquilla en los baños suburbanos.

 

Las monedas Spintriae tampoco tienen el desgaste que es evidente en las monedas que han estado en circulación masiva y también hay relativamente pocas en comparación con la cantidad de monedas oficiales que existen. Las monedas Spintriae también fueron todas producidas en una sola oficina entre los años 22-37 d. C.,​ un corto período de tiempo.




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