Pompeya (fl. siglo I a. C.), fue la segunda o tercera esposa de Julio César, era hija de Quinto Pompeyo Rufo, un antiguo cónsul, y de Cornelia, hija del dictador romano Lucio Cornelio Sila. Era una mujer hermosa y encantadora pero tal vez no muy inteligente.
César se casó con ella en 68 a.
C., después de haber ejercido las funciones de cuestor en Hispania, y tras la
muerte de su primera esposa, Cornelia, el año anterior. César era el sobrino
de Cayo Mario mientras que Cornelia era la hija de Lucio Cornelio Cinna. Mario
y Cinna, jefes de los populares, habían sido derrotados durante la guerra civil
entre Mario y Sila (88-87 a. C.) y la guerra civil entre Cinna y Sila (82-81 a.
C.). El matrimonio de César con una nieta de Sila, que le había sin embargo
proscrito en su juventud, marca tal vez su voluntad de aceptar la nueva
situación política romana.
En 63 a. C., César fue elegido pontífice máximo (es decir, sumo pontífice de la religión romana), lo que le daba derecho a residir en la domus publica, residencia oficial en la Vía Sacra. En esta casa, Pompeya acogió las fiestas de la Bona Dea (en español, la Buena Diosa), una antigua diosa romana, en cuya fiesta anual estaba prohibida toda presencia masculina. Sin embargo un joven patricio, Publio Clodio Pulcro, consiguió introducirse en la casa, disfrazado de mujer, aparentemente con el propósito de seducir a Pompeya. Fue desenmascarado y perseguido por profanación. César no aportó ninguna prueba contra Clodio durante el juicio, y este fue absuelto. Sin embargo César se divorció de Pompeya, aduciendo: «Mi esposa debe estar por encima de toda sospecha». Esta cita de César ha pasado a ser famosa con la siguiente forma: «La esposa de César no solo debe ser honesta, sino parecerlo».
No hay comentarios:
Publicar un comentario