Cayo o Gayo Calvisio Sabino a fue
un político y militar romano de la república tardía que ocupó el consulado en
39 a. C. junto a Lucio Marcio Censorino.
Era uno de los legados de Julio
César en la guerra civil. Fue enviado por este a Etolia en 48 a. C., donde
obtuvo la posesión de la totalidad del país. Apiano relata que fue derrotado
por Metelo Escipión en Macedonia, pero esta afirmación no es compatible con el
relato del propio César.
En el año 45 a. C. recibió la
provincia de África de César. Después de haber sido elegido pretor en 44 a. C.,
obtuvo de Marco Antonio el gobierno de la provincia de África de nuevo. Cicerón
señala que Sabino no podría ser más afortunado, ya que él acababa de llegar de
África, dejando tras de sí dos legados en Útica, como si hubiera adivinado que
pronto iba a volver. Esto sin embargo no ocurrió, ya que el Senado, después de
la partida de Antonio a Módena, confiere la gobernación de África a Publio
Cornificio.
Sabino fue cónsul en 39 a. C. Con
su colega consular, Lucio Marcio Censorino, fueron los únicos senadores que
intentaron defender a Julio César cuando éste era apuñalado el 15 de marzo de
44 a. C. Posiblemente fue esta la causa que motivó a los triunviros a
concederles el consulado.
Al año siguiente (38 a. C.) mandó
la flota de Augusto en la guerra contra Sexto Pompeyo. En conjunto con Menodoro,
que había desertado del lado de Pompeyo, luchó contra Menécrates, el almirante
de Pompeyo, y sufrió una derrota en la batalla naval de Cumas. Cuando Menodoro
se pasó de nuevo al bando de Pompeyo, justo antes del estallido de las
hostilidades del año 36 a. C., Sabino fue privado del mando de la flota, ya que
no había mantenido suficiente vigilancia sobre el renegado para impedir su
fuga. Esto, al menos, es la razón dada por Apiano, pero Augusto tenía
seguramente otras razones y decide confiar la conducción de la guerra a Agripa.
Es evidente, además, que Sabino no era visto con sospecha por Augusto, pues al
final de la guerra le dio la tarea de limpiar Italia de ladrones. Se le
menciona también más tarde, poco antes de la batalla de Actium, como uno de los
mejores amigos del futuro emperador.
Una inscripción, descrita por Ronald
Syme como «una de las más notables inscripciones creadas en honor de un senador
romano», elogia a Sabino por su sentido del deber y por su devoción.
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