Según
la tradición latina, Clelia (en latín Cloelia) fue una de las más reconocidas
heroínas de Roma durante la República.
Después
de la proclamación de la República romana, 509 a. C., y la expulsión de los
Tarquinios de Roma, éstos se refugian con el rey etrusco, Lars Porsenna, y lo
convencen de combatir a su lado para restablecerlos en el trono. La guerra, en principio pone en ventaja a
Porsenna, que toma el Janículo, pero
luego se transforma en un asedio interminable. Sin embargo, gracias al éxito de Mucio Escévola, que sigue al de Horacio Cocles, Porsenna decide emprender
negociaciones con los romanos. Se llega al acuerdo de que los romanos deben
proporcionar rehenes, a cambio de levantar el asedio.
Porsena
exige que entre los rehenes figuren cien vírgenes romanas. Cuando se aceptó el
tratado, y Porsenna se dispuso a llevarse a las prisioneras y retirar su
ejército, una de las mujeres, llamada Clelia, escapó del grupo y cruzó a nado
el río Tíber, entrando después en la urbe. El rey
etrusco (Porsena), indignado, mandó un ultimátum a Roma para que entregase a la
virgen. Ante el temor de un nuevo asedio, el cónsul volvió a capitular y
entregó a Clelia a manos de Porsena. Éste, lejos de matarla o castigarla, la
mantuvo en su palacio, una vez retirado el sitio, con todas las comodidades y
atenciones y, según algunos escritos, llegó a casarse con ella, admirando su
valentía y amor por su patria. Además, liberó al resto de las prisioneras para
que retornaran a sus casas. Por su parte, Roma agradeció los esfuerzos de
Clelia y, en su recuerdo, erigió una estatua ecuestre de bronce en la Vía
Máxima.
Clelia
existió realmente, pero no se sabe con exactitud si protagonizó una escapada a
Roma para volver con Porsena posteriormente. La leyenda plantea dos
contradicciones: Porsena ya estaba casado cuando sitió Roma (~450 a. C.) y la
República prohibía las estatuas ecuestres que debían rendir homenaje a los
personajes más ilustres.
Clelia,
junto con Cincinato, formaba parte de los ideales de lealtad, valentía,
humildad y sumisión a la honra que todos los romanos debían cumplir. Fue, si es
verdadera su historia, una verdadera heroína que se sacrificó por su patria y
que demostró la fuerza social que las mujeres ejercían en su época.
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