Padres conscriptos ha llegado la hora de que hagamos
inventario de la situación en Hispania sin apasionamientos ni prejuicios. ¡Cuán
sedante y enaltecedora experiencia ha sido para mí escuchar a nuestro muy
querido e inteligente segundo cónsul,
nuestro príncipe del Senado, Mamerco
Emilio Lépido Liviano, al decir tan tranquilo y convincente que los veteranos
de sus legiones piensan que la persona más indicada para derrotar a Sertorio en
Hispania no es otro que el joven general Cneo Pompeyo Mango!. Yo voy a
continuar en el mismo tono mesurado y reflexivo.
Los primeros éxitos de Quinto Sertorio después de
regresar a Hispania para unirse a los lusitanos hace tres años y medio son
comprensibles. Hombres como Lucio Fufidio no supieron contenerle y le
presentaron batalla precipitadamente. Cuando nuestro pontífice máximo, Quinto
Cecilio Metelo Pío, llegó para gobernar la Hispania Ulterior, y su colega Marco
Domicio Calvino llegó para gobernar la Hispania Citerior, sabíamos que Quinto
Sertorio iba a ser difícil de derrotar.
Fue entonces, en aquella primera
campaña de verano, cuando el legado de Sertorio, Lucio Hirtuleyo, atacó a las
seis legiones de Calvino con tan solo cuatro mil hombres y le infligió una
derrota. Calvino murió en el campo de batalla, igual que la mayoría de sus
hombres. A continuación, Sertorio fue a combatir a Pío, pero prefirió atacar a
su estimable legado Thorio, muriendo Thorio en el campo de batalla y quedando
sus tres legiones malparadas. Nuestro querido Pío se vio obligado a retirarse a
sus cuarteles de invierno en Olisipo del Tajo, perseguido por Sertorio.
Al año siguiente -es decir, el año pasado- no hubo
grandes batallas. ¡Pero tampoco grandes éxitos!. Pío pasó el tiempo tratando de
librarse de las garras de Sertorio, mientras que Hirtuleyo recorría la Hispania
central y afianzaba la influencia de Sertorio entre las tribus celtibéricas. Ya
se había ganado Sertorio a los lusitanos, y en ese momento casi toda Hispania
estaba a punto de ponerse de su parte, salvo las tierras entre el río Betis y
las montañas de Orospeda, en donde Pío había concentrado sus fuerzas para
atraerle.
Pero el gobernador del pasado año de la Galia
Transalpina, Lucio Manlio, pensó que podía asestar un golpe a Sertorio y cruzó
los Pirineos con cuatro legiones. Hirtuleyo le presentó batalla en el río
Iberus, causándole tan aplastante derrota que Lucio Manlio hubo de retirarse
sin dilación a su provincia, en la que no tardó en ver ¡que corría peligro!,
pues Hirtuleyo le persiguió y le derrotó por segunda vez.
Este año tampoco nos ha sido favorable, padres
conscriptos. La Hispania Citerior aún no tiene gobernador, y en la Ulterior
gobierna con una prórroga Pío, que no ha cruzado el Betis ni ha avanzado al
norte de Orospeda. Sin encontrar resistencia, Quinto Sertorio cruzó el paso de
Consabura de la Hispania Citerior y ha fijado su capital en Osca, pues ha
tenido la audacia de organizar la ocupación de las provincias de Roma según el
modelo romano.
Tiene una capital y un Senado... incluso una escuela en la que
pretende que los hijos de los caudillos bárbaros aprendan latín y griego para
que ocupen debidamente los cargos de magistrados en esa Hispania que quiere
suya. Sus magistrados ostentan títulos romanos, su senado consta de trescientos
miembros. Y ahora se le ha unido Marco Perpena Vento con las tropas de Lépido
que lograron escapar de Cerdeña.
¡Padres conscriptos, tenemos que enviar un gobernador
a la Hispania Citerior!. Lo intentamos, pero Lépido impidió la marcha de Quinto
Lutacio, y un motín ha impedido la marcha de nuestro príncipe del Senado. Me
resulta evidente que el gobernador ha de ser un hombre de singular calidad. Sus
obligaciones serán, en primer lugar, hacer la guerra y después gobernar. De
hecho, su obligación casi exclusiva será hacer la guerra. De las catorce
legiones que fueron con Pío y Calvino hace dos años y medio, puede que queden
siete, todas ellas con Pío en la Hispania Ulterior. La Hispania Citerior está
guarnecida.. por Quinto Sertorio. No hay nadie en esa provincia que le haga
frente.
El que enviemos a la Hispania Citerior deberá ir con
un ejército... no podemos quitarle tropas a Pío. Y el núcleo de ese ejército lo
tenemos en Capua: cuatro buenas legiones integradas por veteranos de Sila, que
se han negado a marchar a Hispania si no es al mando de Cneo Pompeyo Magno, que no es
senador pero sí caballero.
Entonces, queridos colegas, tenemos una sugerencia,
gentilmente expresada por el ejército de Capua: Cneo Pompeyo Magno. No
obstante, la ley de Lucio Cornelio Sila estipula que tenga prioridad de mando
alguien del Senado dispuesto a recibirlo, y que esté militarmente calificado
para ejercerlo. Quiero ver si existe tal hombre en esta Cámara.
A ver: eprimer cónsul Décimo Junio Bruto no quiere el
mando porque es demasiado mayor y muy poco hábil. El segundo cónsul Mamerco no
quiere el mando porque su ejército está descontento si no se le otorga el mando
a Cneo Pompeyo Magno. El petror urbano Cneo Aufidio Orestes no quiere el mando
ni aunque le permitiesen dejar Roma más de diez días. El pretor de extranjeros
Marco Aurelio Cotta tampoco lo desea, ni el resto de los otros seis pretores
aquí presentes.Y el resto de los consulares ya han manifestado que tampoco
desean el amndo, como ya han expresado Marco Tulio Decula, Quinto Lutacio
Catulo, y los demás aquí presentes. Entonces...¿yo mismo?,....¡no, yo tampoco
quiero el mando!, soy demasiado viejo, demasiado gordo.....y militarmente
inepto. Ni siquiera lo pedido el joven senador Cayo Julio César, porque sabe
que por su juventud ninguno de los senadores aquí presentes le otorgaríamos el
mando, pese a que luce la corona de hierba y es senador gracias a la
legislación de Sila. Ni siquiera Cayo Escribonio Curio quiere aceptar el mando.
Entonces el caso es que nadie en el Senado quiere
tomar el mando de la guerra contra Sertorio en España, lo cual nos lleva al
asunto del mando especial que preveía nuestro llorado dictador Lucio Cornelio
Sila para esos casos, y en el experimentado joven general Cneo Pompeyo Magno.
Vosotros mismos habéis oído cómo me he descalificado. Ahora bien, puede que
entre los senadores y promagistrados que se encuentren en el extranjero haya
alguno adecuado. ¡Pero no hay tiempo que perder!. ¡Hay que hacer frente a la
situación ahora mismo o perderemos las dos provincias de Hispania!. ¡Y para mí
está bien claro que el único hombre disponible y adecuado es Cneo Pompeyo Magno!. No es
senador, sino caballero; pero está en el ejército desde los dieciséis años, y
desde los veinte ha mandado sus propias legiones una batalla tras otra. Nuestro
llorado Lucio Cornelio Sila le prefirió a otros. ¡Y con justicia!. El joven
Pompeyo Magno tiene experiencia, talento, buenas tropas de soldados
veteranos, y le anima el mejor interés por Roma.
Disponemos del instrumento constitucional para nombrar
a este joven gobernador de la Hispania Citerior con imperium proconsular y
autorizarle a mandar las legiones que creamos necesario, prescindiendo de su
condición de caballero. Sin embargo, yo solicitaría que no se le otorgue ese
mando especial de modo que parezca que ya ha servido como cónsul. Que no se le
califique de pro consule sino de pro consulibus; no cónsul tras un año en el
cargo, sino en nombre de los cónsules del año. Así será consciente en todo
momento de la naturaleza de su encargo especial.
Miembros de la Cámara, propongo una votación. Los que
estén a favor de otorgar un mando especial con imperium proconsular y seis
legiones a Cneo Pompeyo Magno, caballero, que se sitúen a mi derecha. Los que se
opongan, que se coloquen a mi izquierda.
Bien, nadie se ha situado a mi izquierda. Queda
otorgado el mando de la guerra contra Sertorio a Cneo Pompeyo Magno.
NOTA
DEL AUTOR DEL BLOG: Lucio Marcio Filipo era la marioneta del riquísimo Cneo
Pompeyo Magno, que lo tenía comprado con abundante dinero (lo mismo que muchos
otros influyentes senadores), y esta era la verdadera razón por la que Pompeyo
consiguió para él el mando de la guerra contra Sertorio. El joven senador Cayo
Julio César, aunque aspiraba a conseguir para él el mismo mando, fingió no
aceptarlo porque sabía que la inmensa mayoría del Senado no lo aprobaría, y
optó por esperar otro momento más oportuno.
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