El
Zeus Capitolino se apiadó por fin de la raza humana y le dio el dominio de toda
la tierra y el mar al divino rey Diocleciano. Él extinguió el recuerdo de los
antiguos sufrimientos en todos aquellos que aún padecían con penosas cadenas en
lugares sin luz.
(
Extracto de un discurso pronunciado en Oxyrhynchus, en Egipto, probablemente en
285 ).
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