Después de una infancia que suponemos feliz y libre de cuidados,
nuestro joven César encañó
en un adolescente espigado y rubiasco, despabilado y
simpático, con la cara llena de granos, y una libido quizá algo excesiva. Tenía
quince años cuando quedó huérfano de padre. El noble Cayo falleció de repente,
fulminado por un infarto cuando estaba atándose un zapato. El muchacho había
quedado huérfano en muy mala edad pero la prudente Aurelia, matrona romana
de las antiguas, discreta, voluntariosa e inteligente, supo hacer de padre y de
madre para dar a su hijos (César tenía una hermana) la esmerada educación que
los nobles vástagos requerían.
César recibió una sólida formación griega y
latina con los mejores
profesores y completó sus estudios en el extranjero, en Rodas y
Atenas, que eran las ciudades universitarias más prestigiosas de su tiempo.
Mientras aprendía argucias retóricas y se ensayaba en el espléndido estilo
literario que admiramos en sus obras, se ejercitaba al aire libre y adquiría la
forma física que en su madurez le permitiría compartir, sin esfuerzo aparente,
las marchas y privaciones
de sus soldados.
AURELIA COTTA ( MADRE DE CAYO JULIO CÉSAR ) SEGÚN UN DIBUJO DE COLLEEN McCULLOUGH |
( Juan Eslava Galán en "Julio César, el hombre que pudo
reinar")
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