Cayo o Gayo Musonio Rufo (en latín, Gaius Musonius
Rufus) fue un filósofo estoico romano que vivió en el siglo I. Enseñó filosofía
en Roma durante el reinado de Nerón, causa por la que fue condenado al
exilio en el año 65, pudiendo volver a Roma bajo Galba. No dejó ninguna
obra escrita, lo conocido de él ha sido recogido fragmentariamente de las obras
de Estobeo, Plutarco, Gelio y su discípulo Epicteto.
Nació en Volsinii (Etruria) alrededor de 20 o 30,
hijo de un équite romano llamado Musonio Capitón. Ya era famoso en Roma
en tiempos de Nerón, donde enseñaba filosofía estoica. Siguió al exilio a su
amigo Cayo Rubelio Plauto cuando este fue desterrado por Nerón en el año
60, retornando después de la muerte de aquel en 62, pero como consecuencia de
sus enseñanzas, llegó a ser objeto de animadversión en la corte, siendo
exiliado de nuevo en el año 65, ahora a la isla de Giaros, en las Cícladas, por
un falso cargo de participación en la conspiración de Pisón.
Retornó con Galba en 68. Cuando Marco Antonio
Primo, general de Vespasiano marchaba sobre Roma en 69, se unió a
los embajadores que fueron enviados por Vitelio al general victorioso y
se mezcló entre los soldados de este predicando sobre los peligros de la guerra
y las bendiciones de la paz hasta que le hicieron callar.
Con Vespasiano fue capaz de acusar y obtener la
condena de Publio Egnacio Céler, filósofo estoico que había testificado
en la condena de Barea Sorano, y había sido recompensado por ello por
Nerón.
Fue quizá por este tiempo cuando Musonio enseñó a
Epicteto, su más famoso alumno. Según Dión Casio, Musonio insinuó a
Vespasiano la conveniencia de desterrar a los filósofos de Roma, en razón de su
arrogancia y autosuficiencia. Según la misma fuente, todos los filósofos
sufrieron exilio en el 71 salvo él. Esto no está confirmado por otras fuentes,
salvo casos aislados como Demetrio el cínico y Helvidio Prisco.
Finalmente también fue exiliado alrededor del 75, pudiendo volver sólo a la
muerte de Vespasiano en el 79. Después de esto, nada se sabe de su vida, salvo
que murió antes de 101, cuando Plinio el Joven se refiere a él como si
ya no viviera.
Su filosofía, en la mayoría idéntica a la de su
pupilo Epícteto, está marcada por una fuerte tendencia pragmática. Aunque no
despreció la lógica y la física, se centró en la ética. Mantuvo que la virtud
es el único objetivo real del hombre, siendo esta virtud no teórica, sino
práctica, e idéntica a la filosofía, en el verdadero sentido de la palabra. La
persona realmente buena es también verdaderamente filosófica.
Musonio expresó también un punto de vista sobre el
papel de la mujer en la filosofía, argumentando que, ya que la capacidad de
hombres y mujeres para comprender la virtud es la misma, ambos deberían ser
igualmente adiestrados en la filosofía.
El mismo raciocinio -dijo- han recibido de los dioses
las mujeres y los hombres, el que utilizamos en las relaciones mutuas y con el
que discurrimos sobre cada cosa si es buena o mala y si es hermosa o fea. (...)
Siendo así, ¿por qué entonces convendría a los hombres buscar e investigar cómo
vivirían mejor, que es en lo que consiste el filosofar, y a las mujeres no?
¿Acaso porque conviene que los hombres sean buenos y las mujeres no?
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