Nada más mísero que el hombre que, girando sin cesar de un lado a otro,
corriéndolo todo, averiguando hasta lo que hay en las entrañas de la tierra e
indagando por conjeturas los pensamientos y secretos de su prójimo, no ha
advertido que bastaba para su felicidad estar atento al espíritu que reside en
él y consagrarle un culto sincero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario