Cuando las
propiedades de los seguidores de Mario fueron confiscadas después de su derrota
cerca de la ciudad de Preneste, en el Lacio (82 a.C.), Craso acumuló una
fortuna que aumentó mediante la especulación y la usura, hasta llegar a ser uno
de los hombres más ricos de Roma. Craso usó su riqueza para obtener favores y poder
en las intrigas políticas que caracterizaron los últimos años de la República
romana.
Fue propretor en el 71 a.C. y reprimió la sublevación de los
esclavos dirigida por el gladiador Espartaco. Craso fue elegido cónsul en el
año 70 a.C. con el apoyo de Pompeyo. Poco después Craso se alió con Julio
César y ambos apoyaron a Catilina contra Cicerón para acceder al consulado.
Craso fue censor en el 65 a.C., y en el 60 a.C. formó con César y
Pompeyo la coalición conocida como el primer triunvirato. Pompeyo y Craso
fueron cónsules otra vez en el 55 a.C.; al año siguiente se le asignó a
Craso la provincia de Siria para que gobernara como procónsul.
La avaricia y la
ambición le hicieron comenzar una guerra contra Partia, invadió Mesopotamia y
saqueó Jerusalén y el Templo de Salomón, pero fue vencido y muerto por los
partos en la batalla de Carres en el 53 a.C.
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