El
sitio de Apamea fue un enfrentamiento militar librado entre el 45 y 44 a. C. en
el contexto de la segunda guerra civil de la República romana.
En el
47 a. C., Cayo Julio César nombró a su primo y
legado Sexto Julio César gobernador de Siria. Un año después, el équites pompeyano Quinto Cecilio Baso propagó la falsa noticia de que César había sido vencido en
África, animando a la aristocracia local y las legiones ahí estacionadas a
sublevarse. Por entonces César enfrentaba otra rebelión en Hispania a cargo de
los hijos del difunto Cneo Pompeyo Magno. Decidió ir personalmente a sofocarla
mientras enviaba refuerzos a su primo.
El
general pompeyano consiguió tomar Tiro pero posteriormente es vencido y herido
por Sexto en una batalla campal. Baso
consiguió escapar y se dedicó a animar a los soldados de Sexto para que se
amotinaran, lo que logró, siendo asesinado Sexto en el proceso a finales del 46 a. C..7
Baso
estaba refugiado en Cilicia, pero después de morir Sexto volvió a Siria con un
ejército de esclavos, vasallos de los reyezuelos regionales (como el tetrarca
gálata Deyótaro), partos y judíos enemigos de Antípatro de Idumea. Se hizo dueño de la provincia, organizando su propio
gobierno y milicias.
Los
refuerzos de César llegan a Cilicia, donde los recibe el
gobernador Quinto Cornificio. Iban comandados
por el nuevo gobernador para Siria, Cayo Antistio Veto, pero sufren una
calamitosa derrota gracias a la intervención a favor de Baso del príncipe
Pacoro I de Partia y el rey árabe Alcaudonio (aliado de los partos contra Marco
Licinio Craso).
César
ordenó una nueva campaña con dos ejércitos de tres legiones cada uno bajo las
órdenes de Lucio Estacio Murco y Quinto Marcio Crispo más un contingente de judíos enviados por Antípatro.
Baso
se refugió en su cuartel general, Apamea, urbe fortificada a orillas del
Orontes. No se podía asaltar, así que Murco y
Crispo decidieron asediarla hasta rendirla por hambre. Esto fue a finales del 45 a. C.7 Baso tenía dos legiones según Estrabón y Apiano, y sólo una
según las cartas de Casio a Cicerón.
El
sitio se prolongo hasta la llegada de las noticias del asesinato de César. El
cesaricida Cayo Casio Longino llegó con órdenes de poner fin a la guerra. Baso
y Crispo recibieron una amnistía, y Murco recibe el mando de una flota y
conserva su mando. Baso no vuelve a ser mencionado por
las fuentes de la época y su destino es desconocido.
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