El itálico, por el contrario, inmoló sin
reserva su libre albedrío a la libertad política; aprendió muy temprano a
obedecer a su padre para saber después obedecer al Estado. El individuo
desaparece, sin duda, esclavizado; los gérmenes más ricos del genio humano
podían ser ahogados en su alma; pero ganaba una Patria, un patriotismo
desconocido en la Grecia. Y esta es la razón por la que el pueblo romano fue el
único entre todos los pueblos civilizados de la antigüedad que supo conquistar
la unidad nacional con un gobierno fundado en el poder popular, y, mediante
esta unidad, y pasando sobre las ruinas del edificio helénico, pudo llegar a la
dominación del mundo.
( Theodor Mommsen en "Historia de Roma" )
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