Con tan
admirables cualidades y con tan prodigiosa disciplina mantuvo gloriosamente la
grandeza y elevación de su fortuna, sin dejarse llevar del orgullo, ni de la
libertad a que los más Príncipes se rinden, siendo de ordinario por quienes se
gobiernan, y con quienes se aconsejan. No se diferenciaba de los demás hombres
en los adornos exteriores, por ser de opinión, que los Príncipes debían exceder
mas a los súbditos en la virtud, que no en la gala y pompa de los vestidos. Era
airoso y gallardo, cortés y familiar.
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