Flavio Josefo, que vivió mucho tiempo en los campamentos, nos dejó
escrito lo siguiente sobre los reclutas:
« Sus entrenamientos eran
batallas sin sangre y sus batallas eran entrenamientos sangrientos».
Con lo que el recluta romano pasaba muchas horas lanzando venablos
y entrenando con espadas
de palo y pesados escudos de mimbre.
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