Cuadro que representa el banquete más caro de la
Historia, celebrado por Cleopatra y Marco Antonio.
Sobre el momento en el que se conocieron hay una
curiosa anécdota que fue relatada por Plinio el Viejo en el capítulo 58
de su obra ‘Naturalis historia’ (Historia natural) y posteriormente utilizada
como tema central en un buen número de pinturas de diversos artistas.
Dicho pasaje relata la apuesta que realizó la egipcia
al romano en la que le indicaba que era capaz de gastarse en un solo banquete
para ellos dos la desorbitante cifra de 10 millones de sestercios (hoy en día
equivaldría alrededor de unos 15 millones de euros).
Evidentemente Marco Antonio aceptó la apuesta,
conocedor de que no había alimentos lo suficientemente caros (y que pudiesen
ser ingeridos durante un banquete por tan solo dos comensales) como para llegar
a esa desorbitante cifra.
Se dispuso todo para el ágape y en la mesa estaba
llena de los más ricos, exclusivos y suculentos manjares.
Tras varias horas comiéndoselos y tras llegar al
final del mencionado atracón gastronómico, Marco Antonio se dio como vencedor
de la apuesta, debido a que todo lo que había degustado la pareja de lejos se
acercaba a la cifra que ella había apostado.
Cleopatra le indicó a Marco Antonio que no se diese
por ganador, ya que lo que había comido hasta aquel momento tan solo era un
aperitivo y que ella sola sería la que ingeriría lo que restaba para llegar a
los diez millones de sestercios apostados.
Fue entonces cuando la reina egipcia sacó sus más
preciados tesoros: dos antiquísimas perlas, consideradas las más grandes y
valiosas que existían y pidió a Lucio Munacio Planco (mano derecha de Marco
Antonio y persona que había sido designada como juez de la apuesta) que dijese
el valor aproximado de las perlas. Éste contesto que calculaba que valdrían
alrededor de los cinco millones cada una.
Acto seguido, Cleopatra cogió una de esas carísimas
perlas y la introdujo en una copa que contenía vinagre de vino. De inmediato la
pieza quedó disuelta por completo y la egipcia se lo bebió ante la cara atónita
de los presentes. Acababa de ingerir la mitad del precio que había apostado que
costaría el banquete y se disponía a hacer exactamente lo mismo con la otra
joya, siendo advertida por Marco Antonio para que no lo hiciera y otorgándole
el triunfo de la apuesta a ella.
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