miércoles, 12 de noviembre de 2014

EL PROCÓNSUL DE EGIPTO ( PREFECTO) CAYO CORNELIO GALLO


Cayo Cornelio Gallo (Gaius Cornelius Gallus: Forum Livii o Forlì, 70 - 26 a. C.) fue un poeta, político y militar romano y el primer prefecto de Egipto - cargo augusteo equivalente al de procónsul de Egipto - de la historia romana.


Su vida es conocida por autores como San Jerónimo, Suetonio o Dion Casio. Nació en Forlì en Italia (o bien en Fréjus, en la Galia). De origen humilde, pronto se trasladó aRoma, donde se hizo amigo de Virgilio, quien tenía su misma edad y le dedicó uno de sus églogas, en parte por el papel que le cupo en la devolución de su perdido patrimonio. Ya por entonces había empezado a escribir poemas cantando a la actriz de mimos Volumnia Citéride y empezó a dar a conocer sus elegías, a medio camino entre el estiloneotérico y el que después cultivarían sus discípulos, los elegíacos latinos Virgilio, Propercio, Tibulo y Ovidio. Ciertamente entre sus modelos estaban Euforión de Calcis y Partenio de Nicea.


En el terreno político adoptó la causa de Octavio Augusto; gracias a él entró en el orden ecuestre y fue nombrado jefe de la armada occidental que atacó Egipto desde la costa de Libia. Durante este periodo Gallo obtuvo el cargo de praefectus fabrum de Octavio, como cita una inscripción del obelisco que hay en el Vaticano. Después fue nombrado el primer praefectus Augustalis, un título equivalente al de procónsul de Egipto, y sofocó una rebelión en Tebas. Allí acabó con los últimos seguidores de los Ptolomeos. Asimismo, estableció relaciones comerciales con Etiopía. Para glorificar sus logros erigió un monumento en Philae, cuya estela trilingüe (en griego, escritura jeroglífica hierática y latín), dice así:


C(aius) Cornelius Cn(aei) f(ilius) Gallu[s eq]ues Romanus post rege[s] / a Caesare d{e}ivi f(ilio) devictos praefect[us Alex]andreae et Aegypti primus defection[is] / Thebaidis intra dies XV quibus hostem v[icit bis a]cie Victor V urbium expugnator Bore[se]/os Copti Ceramices Diospoleos Meg[ales Op]hieu ducibus earum defectionum inter[ce]/ptis exercitu ultra Nili catarhacte[n transd]ucto in quem locum neque populo / Romano neque regibus Aegypti [arma ante s]unt prolata Thebaide communi omn[i]/um regum formidine subcact[a] leg[atisque re]gis Aethiopum ad Philas auditis eoq[ue] / rege in tutelam recepto tyrann[o] T[riacontas]choen(u) unde Aethiopiae constituto di{e}[is] / Patrieis et Nil[o Adiut]ori d(onum) d(ederunt) //

 

Y se decía que levantó estatuas suyas por todo Egipto e inscribió un registro de sus logros en las mismas pirámides. Pero, una vez Octavio se convirtió en emperador, los recelos del Senado ante la insistencia en realzar sus logros militares, pareja al ocultamiento de su ineficaz administración, provocó su caída en desgracia. Acusado de querer separar Egipto de Roma, el Senado le entabló proceso por alta traición y su antiguo amigo Octavio no pudo o no quiso inmiscuirse en el mismo; fue sustituido en Egipto por Elio Gallo, desterrado y, según el historiador romano Dion Casio, se quitó la vida en 26 a. de C. Ese suicidio tuvo sus antecedentes en que en la última parte del año estuvo llena de crisis que Octavio y Agripa no habían previsto. Como siempre, una familia importante estaba en la raíz de ellas, y aquella vez les tocaba a los Licinio Craso. Era una familia tan antigua como la República, y su actual líder hizo un intento de hacerse con el poder, tan astuto él que no veía cómo podía fracasar. Pero aquel advenedizo trató con Octavio brillantemente, constitucionalmente y a través del Senado, que Marco Licinio Craso había asumido que le daría apoyo. No lo hizo. Licinia, la hermana de Craso, era la esposa de Cornelio Gallo, y de esta manera vinculaba a Cornelio Gallo a los acontecimientos. Cuando había sido gobernador de Egipto había conseguido grandes hazañas como explorador su éxito se le subió a la cabeza de tal manera que había escrito aquéllas en las pirámides, en los templos de Isis y Hathor y en varios monumentos de Alejandría. También había eregido gigantescas efigies de sí mismo en todas partes, una acción prohibida a todos los romanos, cuyas estatuas nunca podían exceder el tamaño de un hombre. Incluso Octavio se cuidaba de respetar esa regla; que su amigo y partidario Gallo no lo hiciera fue toda una sorpresa. Llamado a Roma para responder de sus hechos, Cornelio Gallo y su esposa se suicidaron a mitad del juicio por traición ante el Senado. Octavio, que nunca pasaba por alto tales lecciones, mandó a Egipto a hombres comunes de baja cuna a partir de aquel momento, y se aseguró que los ex cónsules que gobernaban provincias fuesen enviados a regiones carentes de grandes ejércitos. Los ex pretores heredaron los ejércitos, y, dado que querían ser cónsules, era más probable que supiesen comportarse. Los triunfos serían sólo para la propia familia de Octavio, para nadie más.


Compuso cuatro libros de elegías en las que cantaba a su dama bajo el nombre de Lícoris; Ovidio (Tristia, IV) lo tenía como el primero cronológicamente hablando de los líricos romanos y poeta muy estimable: Virgilio, en la décima de sus églogas, lo celebra como vate inspirado por Apolo.


Las seis elegías latinas, atribuidas por sus primeros editores a Gallo porque se habla en ellas de Lícoris, pertenecen en realidad a Maximiano Etrusco (Maximianus Etruscus: s. VI), un poeta contemporáneo de Boecio. Una séptima elegía, publicada en Florencia por Aldo Manucio en 1590 como obra de Cornelio Gallo, hijo de Asinio Polión, se supone con algún fundamento haber sido escrita por un antiguo gramático imitador de Propercio.


OBRAS

Escribió cuatro elegías llamadas Amores, principalmente para Lycoris o Licóride (nombre poético de Cytheris, célebre actriz de mimos que era su amante). Se adhirió a los elegíacos neotéricos y sirvió de precedente e inspiración para la elegía subjetiva o personal posterior de Propercio, Tibulo y Ovidio. Cayo Cornelio Gallo, a su vez, se inspiró en Euforión de Calcis, cuyos epilios tradujo. También pidió a Partenio de Nicea que le elaborara un compendio o prontuario mitológico, Penas de amor, del cual recurrió a manos llenas en sus obras, de las que queda muy poco, a pesar de su importancia como origen de la elegía amorosa latina: un pentámetro ("uno tellures diuidit amne duas") y unpapiro con nueve líneas suyas hallado en 1978 en Ibrim Qasr, en la Nubia egipcia. Partenio de Nicea, en el libro que le encargó, escribió:


Et redit ad nihilum quod nihil ante fuit ("Lo que ha sido antes nada también ha vuelto a la nada").
Gallo gozó de buena fama como orador, pero de sus discursos queda aún menos que de sus poesías: solamente dos títulos: In Pollionem e In Alfenum Varum.



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