Estaba Antonio una vez pescando y, como los peces no
picaban, se enfadó porque se hallaba presente Cleopatra. Mandó entonces a los
pescadores que, metiéndose sin que se notara debajo del agua, pusieran en el
anzuelo peces de los que ya tenían cogidos; y al ver que sacaba dos o tres
presas, Cleopatra no dejó de comprender lo que pasaba. Fingió, pues, que se
maravillaba de sus proezas como pescador y poniéndose a conversar con sus
amigos les rogó que al día siguiente acudieran para ser espectadores. Embarcáronse
muchos en las lanchas y cuando Antonio echó la caña, Cleopatra mándó a uno de
sus sirvientes que nadara por debajo del agua, y adelantándose, colgara del
anzuelo un pescado salado del Ponto
( Plutarco, en "Vida de Antonio" )
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