Imágenes de César en Alejandría, visitando a la faraona
Cleopatra Séptima
ALEJANDRÍA ROMANA
Julio César tomó la ciudad en el 46 a. C., para
zanjar la guerra dinástica entre Cleopatra y su hermano y corregente Ptolomeo
XIII y durante la batalla en el mar se produjo el incendio de Alejandría, en el
cual ardieron algunos almacenes de libros en el puerto, pero no la Gran
Biblioteca. Después de asegurar a Cleopatra en el trono egipcio y casarla con
su hermano menor, Ptolomeo XIV, Julio César regresó a Roma. Durante la guerra
que se desató tras la muerte de César, Marco Antonio viajó a Egipto para
convencer a la reina de apoyarle. La entrada de Egipto en la guerra supuso la
toma de la ciudad en el año 30 por Augusto, que convirtió Egipto en propiedad
particular suya, acabando así con la independencia del país.
Los romanos convirtieron al país en el granero del
Imperio, con lo que aumentó la importancia de la ciudad, en cuyos almacenes
debía depositarse toda la cosecha: cada año, debía enviarse a Roma una cantidad
de trigo que era el equivalente a la tercera parte de su abastecimiento,
cantidad y precio que se fijaba en la bolsa de Alejandría por la annona
egipcia. Para mantener aislado al país, se prohibió el uso de la moneda romana,
que debía cambiarse por la local de Alejandría. Todos estas disposiciones
convirtieron a la ciudad en una próspera metrópolis con varios cientos de miles
de habitantes, cosmopolita y centro financiero de la zona.
Durante el período romano la ciudad experimentó
numerosos desastres: en primer lugar, la llamada Guerra Bucólica (172-5); luego
fue saqueada por un capricho de Caracalla (215), y destrozada por Valeriano en
253, por las tropas de Zenobia, reina de Palmira, en 269, y por Aureliano en
273. Este último saqueó y destruyó completamente el Bruchión, desastre que dañó
el Museo y la Biblioteca. Se dice que en aquella ocasión los sabios griegos se
refugiaron en el Serapeo, que nunca sufrió con tales desastres, y otros
emigraron a Bizancio. Finalmente, en 297 la revuelta del usurpador Lucio
Domicio Domiciano acabó con Alejandría tomada y saqueada por las tropas de
Diocleciano, tras un asedio de ocho meses (victoria conmemorada por el llamado
«Pilar de Pompeyo»). Se dice que tras la capitulación de la ciudad, Diocleciano
ordenó que la carnicería continuara hasta que la sangre llegara a las rodillas
de su caballo, librando a los alejandrinos de la muerte la caída accidental de
éste, al resbalar en un charco de sangre.
Además hubo en el período varios terremotos
virulentos. El del 21 de julio de 365 fue particularmente devastador. Según las
fuentes, hubo 50.000 muertos en Alejandría, y el equipo de Franck Goddio del
Institut Européen d´Archéologie Sous-Marine, ha encontrado en el fondo de las
aguas del puerto cientos de objetos y pedazos de columnas que demuestran que al
menos el veinte por ciento de la ciudad de los Ptolomeos se hundió en las
aguas, incluyendo el Bruchión, supuesto enclave de la Biblioteca.
En 616 los persas de Cosroes II tomaron la ciudad.
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