Estaba
todavía en la cuna cuando murió su padre, viéndose obligado durante casi todo
el tiempo de su infancia y su juventud a luchar con diferentes y obstinadas
enfermedades; quedó con ellas tan débil de cuerpo y de espíritu, que ni
siquiera en edad más avanzada se le consideró apto para cualquier cargo
público, ni tampoco para ningún negocio particular… Su madre, Antonia, le
llamaba «sombra de nombre, infame aborto de la Naturaleza», y, cuando quería
hablar de un imbécil, decía: «Es más estúpido que mi hijo Claudio». Su abuela
Livia sintió siempre hacia él un profundo desprecio; le dirigía la palabra
raras veces, y si tenía algo que advertirle, lo hacía por medio de una carta
lacónica y dura o en tercera persona. Su hermana Livila, habiendo oído decir
que Claudio reinaría algún día, compadeció en alta voz al pueblo romano por
estarle reservado tan desgraciado destino.
(
Suetonio )
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