Como
Neo Dionisio, iba desnudo de cintura para arriba y desnudo de medio muslo hacia
abajo. Sus partes estaban cubiertas por un delicado trozo de gasa púrpura,
debajo del cual un taparrabos hecho a medida mostraba la gran bolsa que
contenía los famosos genitales de Antonio. A los cuarenta y tres años todavía estaba
en su mejor momento, con aquel físico de Hércules que no mostraba ninguna señal
de los muchísimos excesos que la mayoría de hombres acumulaban a aquella edad.
Las pantorrillas y los muslos eran enormes, pero los tobillos eran delgados y
los pectorales abultaban por encima de un vientre plano y musculoso. Sólo su cabeza
parecía extraña, porque su cuello, grueso como el de un toro, la empequeñecía.
El grupo de muchachas que la reina había traído con ella lo miraban y suspiraban, casi muertas de deseo por ser poseídas.
Pasión por los romanos. Un blog de divulgación creado por Xavier Valderas que es un largo paseo por el vasto Imperio Romano y la Antigüedad, en especial el mundo greco-romano.
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