Nuestra raza es resistente por su
linaje. Al nacer nuestros hijos, los llevamos a los torrentes, y en las heladas
aguas los curtimos. Nuestros muchachos esperan la aurora para salir de caza, y
explorar bosques; su diversión es manejar los carros y los corceles, y disparar
con el arco tenso sus dardos. Pero, pacientes en su trabajo nuestros jóvenes,
acostumbrados a una vida sobria, con el rastro domeñan el suelo, o bien en la
guerra hacen temblar las ciudades.
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