De repente, fuera de si acometen espada en mano a los
centuriones, desde siempre objeto del odio de los soldados e inicio de sus
atrocidades. Tras echarlos a tierra los azotan con vergajos [...] luego
cubiertos de contusiones y desgarros, muertos ya parte de ellos, los arrojan al
pie de la empalizada o a las aguas del Rin.
TACITO, ANALES 1, 3 2
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