A grandes rasgos, el entrenamiento se divide en cinco
fases de gradual dificultad (lo que no quiere decir que las primeras sean
fáciles), diseñadas para que cada vez que el recluta piense que ya ha pasado lo
peor, el instructor de una vuelta mas de tuerca.
1.- MARCHAS
¿Para que sirve un soldado -preguntaba un día el gran
general Escipión el Africano- si no puede caminar? El ejercito se ha tomado
esta reflexión al pie de la letra, y una de las primeras cosas que un recluta
aprende es la disposición del terreno alrededor del campamento, por el que pasa
en una marcha tras otra. Día tras día. Una vez que un pelotón demuestra ser
capaz de andar 30 kilómetros en cinco horas, es el momento de probar con 60 kilómetros
en doce horas. Cuando lo consiguen, y aun son capaces de moverse al día
siguiente, vuelta a los 30 kilómetros, pero esta vez con la armadura completa.
Es importante acostumbrarse al paso marcado por la legión, porque al ejercito
romano le gusta marchar en bloques compactos y tiene poca paciencia con los
rezagados. En gran medida, un legionario romano se define por su capacidad para
marchar (el resto se resume en tener un aspecto lustroso y matar gente).
Incluso después de completar su instrucción y de ser destinado a un campamento
fijo, el legionario deberá acometer frecuentes y agotadoras marchas de
entrenamiento.
2.- POSICIONES DE COMBATE
Una vez adiestrado para llegar al combate -por lejos
que este se encuentre- el legionario aprenderá que hacer cuando se encuentre en
el. El entrenamiento en el uso de las armas es similar al que reciben los gladiadores.
Esta es otra innovación introducida durante la época de Mario, que al ser
ascendido a general se dio cuenta de que los soldados adiestrados por los lanistas
de su colega Rutilio Rufo eran mejores combatientes que los suyos. Así, al
igual que los gladiadores, el primer enemigo al que se enfrenta un legionario
es un poste de madera con el que hacer practicas de esgrima. En ocasiones este
poste esta en el interior de un edificio, para evitar que el mal tiempo
interrumpa los entrenamientos, pero lo mas frecuente es que se encuentre al
aire libre, ya que son muchos los generales que creen no hay nada mas relajante
para un soldado que tener que ponerse a pulir y engrasar su armadura para
evitar que se oxide tras varias horas de entrenamiento bajo la lluvia.
Al
menos, en estos casos, la espada y el escudo del legionario se mantienen
alejados de los elementos. El entrenamiento se hace con una espada y un escudo
de madera, que pronto serán odiados con mas virulencia que los partos o los
dacios. Estos objetos están fabricados muy inteligentemente para que sean mucho
mas pesados que los reales y así fortalecer los brazos del legionario durante
las interminables horas que este pasa dando puñaladas, estocadas, finitas y arremetidas
contra un poste de madera. Aunque el autor Vegetio dirá que los legionarios "se
burlan de los que usan el filo de la espada [en lugar de la punta] ", el gladius es un arma bien equilibrada,
y en el entrenamiento también se enseña a cortar con ella.
3.- PRACTICA CON EL PILUM
Una vez que se consigue suficiente habilidad con la
espada, y el poste de madera ha dejado de ser un oponente tan temible, es el
momento de aprender a usar el pilum. Los reclutas, que ya habrán adquirido
enormes dosis de cinismo, verán con poca sorpresa que el pilum de entrenamiento
pesa mas que el regular. Además, en lugar de con una punta de acero, el pilum
de entrenamiento esta rematado con una punta de cuero lo suficientemente firme
como para hacer daño, pero no como para provocar mas que un cardenal.
La razón
de ello es que el entrenamiento con el pilum se divide en dos fases: como
tirarlo y como recibirlo. Esto se hace enfrentando a dos pelotones de
legionarios, lo que se hará también común en los entrenamientos de esgrima, al
ser sustituidos los postes de madera por seres humanos. Por supuesto, las armas
están forradas y el oponente es normalmente otro recluta, pero de vez en cuando
este habrá de enfrentarse con un veterano sádico y mas que dispuesto a poner de
relieve las deficiencias técnicas del recluta de la forma mas dolorosa posible
y mientras se ríe de el.
4.- GANANDO EN AGILIDAD
Aquellos que hasta este momento habían creído que una
armadura ajustada es de importancia secundaria, cambiaran ahora de opinión. La
agilidad es un atributo importante para un soldado que tiene que andar trepando
por escalas y saltando por encima de terraplenes vestido con la armadura completa.
Por eso, todos los cuarteles tienen un potro de salto, y los legionarios deben
aprender a subirse encima de un brinco o a saltar por encima con la armadura
puesta. Cualquier irregularidad o saliente en el interior de la armadura se hará
evidente en estas ocasiones en forma de hematoma sobre la piel. A medida que se
gana en agilidad, los ejercicios se hacen mas difíciles, hasta que el recluta
es capaz de saltar por encima del potro con una espada desenvainada y a lo
mejor también con un pilum en la otra mano (momento en el que caerse resulta
especialmente desaconsejable). Por el lado bueno, es posible que aquellos que
demuestren especial habilidad en el potro sean promovidos con un destino en la caballería
legionaria.
5.- MANIOBRAS
Una vez que el recluta se ha convertido en un soldado
moderadamente eficaz en la lucha en solitario, llega el momento de convertirse
en miembro de una unidad. Las maniobras se sucederán sin cesar, sea en el patio
del campamento o en campo abierto, hasta que la unidad responda a las ordenes o
a los toques de corneta como un solo hombre.
Cada recluta aprende cual es su
lugar en la formación, que hacer si acaba terminando en el sitio equivocado,
como cambiar la formación de una línea a una cuna, o si (!Júpiter no lo
quiera!) la línea se rompe, como formar un circulo defensivo, o como retirarse
a través de las líneas de refresco sin desordenarlas, etc. Después, la unidad
aprende a hacer todas estas cosas a la vez que avanza, retrocede o se mueve
hacia los lados, a toda velocidad y sobre terreno quebrado. Es en este punto
cuando uno verdaderamente aprecia lo importante que es tener un casco que
permita oír las ordenes instantáneamente, ya que el ultimo recluta en
reaccionar suele recibir atenciones "especiales" por parte del
instructor.
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