Retorna ahora nuestra historia
a la guerra de arevacos y numantinos, a los que Viriato había incitado a
la revuelta. Cecilio Metelo fue enviado desde Roma contra ellos con un
ejército más numeroso y sometió a los arevacos, cayendo sobre ellos con
sobrecogedora rapidez, mientras estaban entregados a las faenas de la
recolección. Sin embargo, todavía le quedaban Termancia y Numancia. Numancia
era de difícil acceso, pues estaba rodeada por dos ríos, precipicios y bosques
muy densos, Sólo existía un camino que descendía a la llanura, el cual estaba
lleno de zanjas y empalizadas. Sus habitantes eran excelentes soldados, tanto a
caballo como a pie, y en total sumaban unos ocho mil. Aun siendo tan pocos
pusieron en graves aprietos a los romanos a causa de su valor. Metelo, después
del invierno, entregó a Quinto Pompeyo Aulo, su sucesor en el mando, el
ejército consistente en treinta mil soldados de infantería y dos mil jinetes
perfectamente entrenados. Pompeyo, cuando estaba acampado ante Pompeyo, marchó
a cierto lugar, y los numantinos, descendiendo, mataron a un cuerpo de su
caballería que corría detrás de él. Cuando regresó, desplegó su ejército en la
llanura y los numantinos bajando a su encuentro se replegaron un poco como
intentando huir hasta que Pompeyo en las empalizadas y precipicios.
( Apiano en "Iberia" )
No hay comentarios:
Publicar un comentario