miércoles, 21 de enero de 2015

CÉSAR A POMPEYO SOBRE LOS SENADORES: SON BORREGOS


La mayoría de los senadores son borregos. Todos se dan cuenta de esa realidad, pero es que a algunos les impide ver otra realidad: el hecho de que entre los borregos hay lobos. Ni el mismo Cetego se da cuenta. Pero a Metelo Caprario el joven le conviene perfectamente el epíteto de gran lobo, y Catulo tiene colmillos para destrozar, no molares para rumiar. Igual que Hortensio, que tal vez no consiga ser cónsul esta vez, pero que cuenta con una influencia formidable y es un consumado jurista. Luego está mi joven y listísimo tío Lucio Cotta. ¡ Incluso a mí se me podría considerar un lobo senatorial! Todos esos que he dicho, e incluso todos juntos, son capaces de acusaros a ti y a Marco Craso de traición.

 


Y tendréis que ir a juicio ante un tribunal con un jurado compuesto exclusivamente por senadores, senadores a los que habéis dejado con dos palmos de narices. Marco Craso quizá se librara, pero tú no, Cneo Pompeyo. Estoy seguro de que tienes muchos partidarios en el Senado, pero no podrías conservarlos después de esgrimir la amenaza de la guerra civil para forzarlos a tus deseos. Podrías mantener tu facción mientras fueses cónsul y procónsul, pero no cuando volvieses a ser privatus. A menos que conservases tu ejército movilizado para el resto de tu vida, y eso, como el Erario no lo pagaría, sería imposible aun para un hombre con tus recursos.



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