Llegaron a mí con frecuencia embajadas de
reyes de la India, lo que hasta entonces no se había visto bajo ningún otro
jefe romano. Bastarnos, escitas, los sármatas que viven al otro lado del
Dniéster y los más lejanos aún reyes de los albanos, iberos [caucásicos] y
medos solicitaron nuestra amistad por medio de legaciones.
En mí buscaron refugio y me suplicaron los
reyes de los partos: Tirídates y, más tarde, Fraates, hijo del rey Fraates; de
los medos, Artavasdes; de los adiabenos, Artaxares; de los britanos,
Dumnobélauno y Tincomio; de los sicambros, Maelo; de los suevos marcomanos,
Sigimecro. El rey de los partos, Fraates, hijo de Orodes, envió a Italia a sus
hijos y nietos, junto a mí; no por haber sido vencido en guerra, sino para
suplicar nuestra amistad entregándonos, en prenda, a sus descendientes. Un
grandísimo número de otros pueblos que antes nunca había tenido relaciones
diplomáticas ni tratos de amistad con el pueblo romano conocieron bajo mi
Principado la probidad del pueblo romano.
(
Octavio Augusto )
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