sábado, 30 de julio de 2016

LA SEGUNDA REBELIÓN DE ESCLAVOS EN SICILIA



Treinta anos después de la denominada primera guerra servil, coincidiendo en el tiempo con los enfrentamientos decisivos frente a cimbrios y teutones, estallo nuevamente en Sicilia una rebelión de esclavos. Su desarrollo y desenlace, conocidos a través del relato de Diodoro Siculo, se asemejan considerablemente a los de aquel primer conflicto porque la situación socioeconómica era muy similar en ambos casos. El senado romano había elegido la vía de la represión militar sin tomar en consideración las causas ultimas de la rebelión, de modo que el riesgo de una nueva insurrección siguió latente.


Como consecuencia de la primera guerra servil, un gran numero de esclavos había muerto. Pero la estructura económica de Sicilia no sufrió cambios relevantes, de manera que siguió existiendo una fuerte demanda de mano de obra servil después del ano 132, en especial por lo que respecta a la ganadería pastoril, muy extendida en la isla. Las guerras en las que se vio envuelta Roma y la actividad de los piratas, en particular en el Mediterráneo oriental, proporcionaban continuamente nuevos esclavos que se vendían en mercados internacionales como el de la isla de Delos, uno de los mas importantes.


No resulto difícil para los terratenientes sicilianos suplir sus perdidas durante la primera insurrección con siervos llegados de diversos lugares del Mediterráneo, muy especialmente del mundo helenístico. Ellos fueron los protagonistas de la segunda rebelión, en la que su origen oriental se aprecia en la organización política y militar de la que se dotaron, diseñada a imagen y semejanza de las monarquías helenísticas.


En el ano 104, las ya habituales dificultades de reclutamiento habrían de ser la causa indirecta de la gran revuelta servil. Cuando el senado pidió a Nicomedes, rey de Bitinia, aliado de Roma, que enviara hombres para luchar en calidad de tropas auxiliares contra los germanos, el monarca adujo que le resultaba imposible, dado que un gran numero de bitinios habían sido convertidos en esclavos por los recaudadores de impuestos romanos. 


La queja era seguramente exagerada, y de hecho un contingente de soldados bitinios llego algún tiempo después a Sicilia para luchar contra los rebeldes. Pero no debía de estar exenta de fundamento, puesto que el senado promulgo un senadoconsulto por el que exhortaba a los gobernadores provinciales a liberar a los ciudadanos procedentes de Estados aliados que hubieran sido esclavizados ilegalmente.


En Cecilia, el gobernador comenzó inmediatamente a aplicar el decreto, de modo que en pocos días ochocientos esclavos habían recobrado su libertad. Sin embargo, la presión de los propietarios, temerosos de perder repentinamente su fuerza de trabajo sin recibir nada a cambio, hizo que Licinio Nerva interrumpiera la investigación y ordenara a los esclavos que se habían reunido en Siracusa para exponer su caso que regresaran con su amos. Esto provoco la indignación de todos aquellos que confiaban en lograr su liberación. Muchos de ellos se reunieron en un santuario próximo a Leontinos, un lugar con un claro carácter simbólico, puesto que tradicionalmente había servido de refugio a los siervos sometidos a malos tratos.


Otras sublevaciones estallaron en otras regiones de la isla, la mas importante de ellas en Heraclea, en la costa meridional. El fracaso de las primeras tropas que fueron enviadas para reprimirlas hizo que en muy poco tiempo los rebeldes fueran mas de seis mil, un numero semejante al de una legión romana. 


Como había sucedido durante la primera guerra servil, los esclavos decidieron entonces dotarse de una estructura interna. Para ello celebraron una asamblea, en la que eligieron rey a Salvio, a quien se le atribuían dotes adivinatorias. Salvio dividió a los rebeldes en tres contingentes, cada uno provisto de un comandante, e incorporo una unidad de caballería al ejercito servil, que llego a superar los veinte mil hombres.


Una vez organizados, pusieron sitio a la ciudad de Morgantina, una población situada estratégicamente, que podía servir de núcleo de resistencia y desde la cual se accedía fácilmente a la región cerealista del sudeste de la isla. Cerca de Morgantina infligieron a Licinio Nerva una dura derrota, lo que les permitió incrementar sus depósitos de armas y el numero de seguidores. Sin embargo, no lograron tomar la ciudad, en parte porque los esclavos que vivían en ella, en condiciones muy diferentes respecto a los siervos que trabajaban en el campo, no se unieron a la sublevación. Esta falta de solidaridad entre los esclavos rurales y urbanos es, sin duda, uno de los factores que influyeron en el fracaso final de la insurrección.



Paralelamente surgió en la parte occidental de la isla un segundo núcleo de esclavos sublevados, dirigidos por Atenion, un cilicio al que las fuentes antiguas adjudican una habilidad especial como astrólogo. Tras proclamarse el también rey y adoptar los símbolos característicos de las monarquías helenísticas (corona, cetro de plata, vestimenta púrpura), reunió a miles de siervos a su alrededor en la zona de Segesta y Lilibeo, ciudad esta ultima que asedio sin éxito.


 Salvio asumió entonces el nombre de un usurpador seleucida del siglo n, Trifon. Se desconoce la razón por la cual eligió precisamente este nombre, pero su propósito era probablemente fortalecer su posición entre sus seguidores y tal vez frente a la posible competencia de Atenion. Trifon movió su ejercito hacia el oeste, logro que Atenion acatara su autoridad y ambas fuerzas rebeldes se unieron en Triocala. Esta ciudad, perfectamente fortificada, se convirtió en la capital de un Estado de esclavos organizado como un reino helenístico.


La insurrección se había concentrado en el corredor existente entre Lilibeo y Leontinos, sin que se tengan noticias de que los problemas se hubieran extendido a la parte septentrional de la isla. Pero la situación requería sin mas dilación la intervención militar romana. A pesar de que en ese mismo momento Mario preparaba su campana contra los germanos, el senado pudo enviar a Sicilia en el ano 103 un fuerte contingente de tropas al mando del propretor Licinio Luculo, quien venció a los rebeldes en una batalla en campo abierto, pero no pudo después tomar la ciudad de Triocala. 


Esto propicio no solo la continuación de la revuelta, sino su circunstancial extensión hacia el nordeste de la isla, puesto que en el ano 102 algunos grupos de esclavos dirigidos por Atenion, convertido en el líder de la insurrección tras la muerte de Trifon, devastaron la región cercana a Mesana y estuvieron a punto de tomar esta ciudad.


Solo cuando el peligro de cimbrios y teutones había sido definitivamente erradicado, pudo el Estado romano acabar con la segunda guerra servil en Sicilia. El encargado de ello fue Aquilio, colega de Mario en el consulado en el ano 101, quien venció a los rebeldes, mato a Atenion y llevo a cabo una sangrienta represión entre los supervivientes, regresando a Roma a finales del año siguiente para celebrar una ovación (ovatio) por su victoria. La aplicación exclusiva de la solución militar no dio respuesta a las contradicciones intrínsecas al sistema esclavista, que volvió a ser reconstruido en la isla, pero al menos impuso un largo periodo de paz en Sicilia.




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