domingo, 31 de julio de 2016

CICERÓN OPINA SOBRE LAS LEYES, LAS PROPIEDADES, LOS IMPUESTOS, Y EL POPULACHO



Me siento tremendamente preocupado por la interpretación que de las justas y viriles leyes de la antigua Roma está haciendo el tirano Cinna, quien no atreviéndose a mofarse de las leyes escritas y de la Constitución, se había rodeado de una camarilla de abogados serviles, constantemente ocupados en interpretarlas a su gusto. Esto acabaría inevitablemente en el caos, la injusticia y la violencia, con su secuela, la tiranía. La Ley declaraba que las propiedades de un hombre eran inviolables; pero las nuevas leyes de Cinna sobre impuestos violaron tan antigua previsión de un país orgulloso. Por lo visto ahora resultaba que las propiedades de un hombre sólo eran inviolables para los ladrones particulares; pero no para el gobierno, que era el  mayor ladrón de todos, chupando constantemente la sangre del pueblo y deparándole a cambio tan solo miseria y deudas. Todo esto lo hacía en la mayor impunidad, pues los romanos de ahora no protestaban, lo que demostraba que la pusilanimidad en la que habían caído. El populacho ensalzaba ahora a los Gracos, que habían despojado a la gente activa en favor de los perezosos y derrochadores. No había duda de que los Gracos fueron virtuosos en sus vidas particulares; pero se dejaron arrastrar por el sentimentalismo. Y ese mismo pueblo enfurecido los mató a pedradas, habiéndose tenido tal ejecución por justa durante mucho tiempo. Ahora eran los héroes de un populacho degenerado, que despreciaba el trabajo honrado y prefería que le dieran gratis pan y circo. 


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