Durante los tiempos de la Roma republicana,
el dinero es lo que mandaba en el mundo romano. Sin dinero, un hombre no era
nada. No era de extrañar que cuando alguien alcanza un puesto en el que tiene ocasión de
robar para enriquecerse, no dude en hacerlo. Pero un hombre que quiera
enriquecerse en política, primero debe asegurarse de que le elijan pretor; a
partir de ese momento hace su fortuna y quedan compensados los años de inversión.
El destino del pretor es el gobierno de una provincia y en ella es un dios que
actúa a sus anchas. Si puede, organiza una guerra contra cualquier tribu bárbara
fronteriza, se apodera del oro y los tesoros sagrados, vende los cautivos como esclavos
y se embolsa el producto. Y si no hay Posibilidades de guerra, quedan otros
recursos: comerciar en grano a cambio de materias primas, prestar dinero a
interés exorbitante (y usar el ejército para cobrarlo, en caso necesario),
manipular los libros de recaudación de impuestos, vender la ciudadanía romana a
determinado precio o recibir comisiones ilícitas por cédulas gubernamentales
eximiendo a una ciudad de su tributo a Roma.
Pasión por los romanos. Un blog de divulgación creado por Xavier Valderas que es un largo paseo por el vasto Imperio Romano y la Antigüedad, en especial el mundo greco-romano.
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