Lucio Afranio (en latín, Lucius Afranius) fue un
político y militar romano. Como uno de los más leales partidarios de Pompeyo
sirvió como su legatus en el conflicto con Sertorio, así como durante el
enfrentamiento con César. Falleció después de la derrota en Tapso, donde
también caerían otros destacados líderes republicanos como Metelo Escipión o
Catón.
Natural de Piceno, su vinculación política con
Pompeyo era consecuencia de las conexiones clientelares que tenía el comandante
allí.
GUERRA CONTRA SERTORIO
SITUACIÓN DE LA HISPANIA ROMANA EN LOS TIEMPOS DE
SERTORIO.
Afranio parece haber sido de origen oscuro, llamado
por Cicerón con desprecio "el hijo de Aulo", refiriéndose a una
persona de quien nadie había oído hablarInició su carrera militar, en el año 77
a. C., como legatus de Pompeyo durante la campaña contra Sertorio, último de
los partidarios de Mario que quedaban con vida. Desempeñó un papel crucial en
el Río Sucro. Durante este combate los sertorianos atacaron el ala izquierda
pompeyana, que se encontraba a las órdenes del legatus picentino; este pudo
contenerlos hasta que los sertorianos tuvieron que retroceder para auxiliar su
propio lado izquierdo y, en ese momento, ordenó a sus hombres romper el lado
derecho del adversario. El ataque desbandó a los sertorianos, muchos de los
cuales murieron durante la retirada. No obstante, los hombres de Afranio se
detuvieron para saquear los cuerpos del campo de batalla, momento que
aprovecharon los sertorianos para reunirse y dispersarles. Únicamente la
llegada de Metelo Pío acabó dando la victoria a los pompeyanos.
MITRÍDATES
Independientemente de que había vulnerado el mos
maiorum al recibir un mandato con solo 24 años de edad - lo que no sentó nada
bien a los senadores más conservadores - Pompeyo recibió un nuevo mando, que
esta vez le ordenaba acabar con la piratería mediterránea.
En esta campaña Pompeyo no incluyó a Afranio entre
sus ayudantes ya que deseaba relacionarse más con la aristocracia romana. El
rápido éxito del picentino llevó al Senado a concederle la dirección de las
tropas que luchaban contra Mitrídates del Ponto y Tigranes de Armenia. Esta vez
Afranio volvería a ser uno de los legatus de Pompeyo, que nada más iniciar la
campaña hizo retroceder a sus adversarios hacia el norte.
Mientras se hallaba allí decidió que Armenia quedara
custodiada por Afranio. Entonces el rey parto intentó aprovecharse de la
derrota de los armenios e invadió sus territorios, pero cayó derrotado por los
hombres de Afranio, que lo expulsaron a Arbela en las inmediaciones de la
frontera.
Derrotado de nuevo Mitrídates, Pompeyo decidió
establecer tropas en el Ponto que evitaran su retorno. Concedió a Afranio el
mando contra los árabes, a los que derrotó con enorme rapidez abriendo el
camino hacia Siria.
REGRESO A ROMA Y CONSULADO
Tras su éxito en Oriente Pompeyo volvió a la capital
con Afranio. Deseoso de recompensar a su leal y hábil legatus sobornó a los
electores con el fin de que obtuviera el consulado.6 Independientemente del
hecho de que el soborno resultó un escándalo incluso para los estándares de la
época, Lucio obtendría su consulado en 60 a. C., con Metelo Céler como
compañero. En el tiempo que duró su mandato demostró que carecía de la
habilidad y comprensión necesarias para administrar eficazmente los asuntos
civiles que requería el puesto.
En 59 a. C. Afranio obtuvo la provincia de la Galia
Cisalpina, y parece haber logrado algunas ventajas sobre los galos, ya que
obtuvo un triunfo, del cual Cicerón habla en su discurso contra Pisón.
GUERRA CIVIL
LEGADO EN HISPANIA
Cuando el Senado concedió a Pompeyo, en su segundo
consulado (55 a. C.), el mando de las dos Hispanias - Citerior y Ulterior -
como provincias proconsulares Afranio, Petreyo y Varrón serían enviados a
administrarlas en calidad de legatus8 mientras su comandante permanecía en la
capital con su esposa Julia, que murió durante un parto.
Tras esta muerte la principal causa que mantenía la
alianza entre César y Pompeyo desapareció, y tras el matrimonio de este último
con Cornelia Escipión, lo que le convertía en yerno de Metelo Escipión - uno de
los líderes optimates - la situación se volvió mucho más tensa y desembocó en
el estallido de un conflicto civil. Cuando César marchó sobre la capital con la
legio decimotercera, ordenó a su comandante Cayo Fabio tomar el paso de los
Pirineos con otras tres legiones.
En ese momento Afranio se encontraba en ese paso con
aproximadamente el mismo número de tropas, por lo que ordenó a Petreyo, que se
encontraba en Lusitania con otras tres legiones que se le uniera para
proporcionarle apoyo adicional. Mientras, Varrón permaneció en el sur con dos
legiones.
Fabio avanzó por el Segre, donde estaban acampadas
las tropas de Afranio y Petreyo. Cuando los hombres de Fabio atravesaron el
río, dos tercios de sus tropas intentaron atacar a su adversario cruzando el
puente, a causa de lo cual quedaron incomunicadas. Los pompeyanos intentaron
aprovecharse de la situación, pero Lucio Munacio Planco, comandante cesariano,
reunió a sus hombres y les llevó a mantener la posición. La aproximación del
resto de las tropas cesarianas supuso el término del combate.
ILERDA
Tras ello César tomó el mando de los hombres de
Fabio. Apartó seis cohortes a las que ordenó mantener el control del puente y
marchó con el resto a Ilerda. Los pompeyanos no le perdieron de vista y
acamparon en las inmediaciones pero, cuando César intentó plantear batalla, sus
adversarios la rechazaron. Finalmente César levantó un campamento a menos de
media milla del enemigo, establecido sobre una colina.
Durante su estancia en Hispania, Afranio entrenó a
sus tropas para que pudieran maniobrar al perder el orden; las empleó con éxito
de este modo ante lusitanos y celtíberos. Incluso César menciona la eficacia de
este modelo militar en sus Comentarios de la Guerra Civil.
César intentó construir un muro de separación entre
el campamento pompeyano e Ilerda pero Afranio vio sus intenciones e impidió el
proyecto al ordenar a sus hombres que tomaran una pequeña colina ubicada en las
inmediaciones del hipotético área de construcción. Los cesarianos atacaron,
pero la táctica del adversario casi les lleva a la derrota.
En ese momento los pompeyanos decidieron tomar la
iniciativa e intentar expulsar a los hombres de César, que únicamente se
alzaron con la victoria espoleados por su comandante que combatió personalmente
en la legio novena y haciendo retroceder al adversario a Ilerda. Finalmente la
batalla quedaría sin resolver y ambos comandantes decidieron volver a sus
respectivos campamentos.
RESISTENCIA Y DERROTA
Tras el combate anterior Afranio ordenó que se
fortificara la pequeña colina alrededor de la que se libró la batalla. Unos
días después los ríos se desbordaron, causando la destrucción de los puentes e
incomunicando a César, que quedó en una posición muy precaria y sin comida,
todo lo contrario que los pompeyanos, que contaban con una enorme reserva de
comida y suministros. Cuando Afranio se
enteró que César intentaba traer alimento desde la Galia movilizó a sus
hombres, que evitaron el desembarco de estos víveres. Los pompeyanos creían que
su adversario estaba al borde de la derrota, por lo que enviaron cartas a la
capital proclamando la victoria y anunciando que el conflicto estaba a punto de
terminar.
Independientemente de esto, los cesarianos
construyeron unas embarcaciones que trasladaron a parte de su caballería al
otro lado del río. Estas tropas
comenzaron a atacar las líneas de suministro de los pompeyanos, incluso
aniquilando una unidad entera. En ese momento César ordenó la construcción de
un puente mientras sus tropas continuaban librando escaramuzas con el
adversario. La recuperación de la iniciativa por parte de los cesarianos llevó
a que muchos líderes ibéricos se comprometieran a apoyar su causa.
En este punto el combate entró en un punto muerto.
Cesarianos y pompeyanos estaban tan cerca que incluso podían hablar entre
ellos. Las tropas republicanas deseaban claudicar, e incluso el hijo de Afranio
intentó alcanzar un acuerdo. Poco después una pequeña partida cesariana entró
en el otro campamento. Cuando Afranio y Petreyo se enteraron ordenaron
matarlos. En ese momento numerosas
tropas republicanas se infiltraron en el campamento cesariano y acabaron
capturadas; César ordenó que se las tratara con respeto y que se les enviara de
nuevo a su campamento.
Cuando los pompeyanos observaron la clemencia de
César decidieron que no merecía la pena continuar la lucha. Los cesarianos
incrementaron la presión, lo que hizo que los víveres de los pompeyanos
alcanzaran niveles alarmantes. Finalmente Afranio accedió a rendirse; en los
Comentarios aparecen unas palabras suyas:
Que ni él [Afranio], ni su ejército eran reprensibles
por haber querido perseverar fieles a su general Cneo Pompeyo; pero ya habían
cumplido con su deber, y harto lo habían pagado con haber padecido la falta de
todas las cosas, y más ahora que se ven como fieras acorraladas, privados de
agua, sin resquicio para la salida, ya ni el cuerpo puede aguantar el dolor, ni
el ánimo la ignominia, por tanto se confiesan vencidos; y si es que hay lugar a
la misericordia, ruegan y suplican que no los obliguen a padecer la pena del
último suplicio.
César concedió la absolución a todos los que habían
luchado contra él mientras le prometieran no continuar combatiendo.
CAMINO A TAPSO
GRECIA Y HUIDA A ÁFRICA
Los dos comandantes pompeyanos decidieron vulnerar la
promesa que habían hecho a César y embarcar sus tropas hacia el Epiro, donde
esperaban unirse a Pompeyo. A su llegada
a Dirraquio, algunos aristócratas lo acusaron de traición, pero Afranio mantuvo
la confianza de Pompeyo. Después de la Batalla de Dirraquio, recomendó volver a
Italia ahora que Pompeyo era el amo de la mar, pero su consejo no fue acogido.
En la batalla de Farsalia Afranio tuvo el mando de un sector del campo.
Tras la derrota en Farsalia se unió a los
republicanos que huyeron al continente africano, bajo la dirección de Catón y
Escipión.
TAPSO
Después de que César desembarcara en África sus
tropas experimentaron el acoso de los númidas liderados por Afranio y Labieno.
César, encolerizado por la traición de los comandantes hispanos, ordenó su
captura y asesinato.
Afranio combatió, en 46 a. C. a las órdenes de
Escipión en Tapso, donde los pompeyanos caerían derrotados. Tras ello él y
Fausto Sila intentaron escapar a Mauritania para continuar la resistencia junto
con unos 1.500 jinetes, pero acabaron capturados por Publius Sittius, un
aventurero aliado de César y asesinados un par de días después.
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