sábado, 27 de agosto de 2016

DISCURSO DE TIBERIO EN EL SENADO EXPRESANDO CÓMO DESEABA SER RECORDADO


 


Yo, senadores, quiero ser mortal, desempeñar cargos propios de los hombres y darme por satisfecho con ocupar el lugar primero; os pongo a vosotros por testigos de ello y deseo que lo recuerde la posteridad, que bastante tributo, y aun de sobra, rendirá a mi memoria con juzgarme digno de mis mayores, vigilante de vuestros intereses, firme en los peligros e impávido ante los resentimientos por el bien público. Éstos son mis templos, los edificados en vuestros corazones; éstas son las más bellas estatuas y las duraderas. Pues cuando se construyen en piedra, si el juicio de la posteridad se torna adverso, reciben el mismo desprecio que los sepulcros. Por tanto, suplico a los aliados, a los ciudadanos y a los propios dioses y diosas: a éstos, que me den hasta el final de la vida un espíritu en paz y entendedor del derecho humano y divino; a aquéllos, que cuando yo haya desaparecido, acompañen mis hechos y la fama de mi nombre con alabanza y buenos recuerdos.




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