El
general en jefe, Vercingétorix, tomó las armas más hermosas que tenía, enjaezó
ricamente su caballo y, saliendo en él por las puertas, dio una vuelta
alrededor de César, que se hallaba sentado, apeose después y arrojando al suelo
la armadura se sentó a los pies de César y se mantuvo inmóvil hasta que se le
mandó llevar y poner en custodia para el triunfo.
(
Suetonio )
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