En cierta ocasión en que se hallaba en Roma, estando
defendiendo una causa cierto individuo de gran autoridad y elocuencia, pasó
Cleopatra por el Foro conducida en silla de manos. Antonio, al verla, se levantó,
dejó el tribunal y se fue a acompañarla pendiente todo el tiempo de su litera.
(Plutarco en "Vida de Antonio")
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