Al mismo tiempo, el centurión Lucio Fabio, y los que con él
habían subido a la muralla, eran rodeados, muertos y arrojados desde arriba del
muro. Marco Petronio, centurión de aquella misma legión, al intentar hundir las
puertas, fue acorralado por una multitud, y desesperado de seguir con vida,
pues ya había recibido numerosas heridas, dijo a los suyos que le habían
seguido: "Ya que no puedo continuar entre vosotros, al menos preservaré
vuestra vida, que yo he puesto en peligro, llevado por el afán de gloria. Estad
atentos a la ocasión que os doy". Y al instante se precipitó en medio de
los enemigos, mató a dos y consiguió que los otros se separaran un poco de la
puerta. Como los suyos intentaban socorrerlo, les dijo: "Intentáis en vano
salvarme la vida; la sangre y las fuerzas me abandonan". Y así,
combatiendo, cayó al poco tiempo, y pudo salver a los suyos.
( César en "La Guerra de las Galias")
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