¡Qué
buenas noticias, mi querida Cleopatra! Un hijo varón, tal como se había predicho.
¿Se atrevería Amón-Ra a defraudar a su hija en la Tierra? Me alegro muy
sinceramente por ti y por Egipto.
El
oro es bien recibido. Desde que salí de nuevo al ancho mundo, he comprendido
mejor hasta qué punto está endeudada Roma. La guerra civil no proporciona
botines, y la guerra sólo es beneficiosa si hay botín. Tu contribución en
nombre de nuestro hijo no será malgastada.
Puesto
que insistes en venir a Roma, no me opondré, pero sí te advertiré que no será
lo que tú esperas. Dispondré que recibas unos terrenos al pie de la colina
Janiculana, junto a mis propios jardines de recreo. Dile a Amonio que se dirija
al agente Cayo Matio.
No
soy famoso por mis cartas de amor. Simplemente te transmito mi afecto y te hago
saber que estoy de verdad complacido contigo y con nuestro hijo. Volveré a
escribirte cuando llegue a Bitinio. Cuídate y cuida de nuestro niño.
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