Damocles es un personaje que aparece en una anécdota
moral (referida como: "la espada de Damocles"), una adición tardía a
la cultura griega clásica.
Su relato parece más propio de la leyenda que de la
historia. El origen de la anécdota se localiza en una Historia de Sicilia
escrita por Timeo de Tauromenio (c. 356-260 a. C.). Cicerón pudo
haberla leído en la obra de Diodoro Sículo e hizo uso de ella en su
Tusculanae Disputationes V. 61-62. Horacio hace alusión a ella de
Damocles en uno de sus poemas:
Para aquel que ve una espada desenvainada sobre su
impía cabeza, los festines de Sicilia, con su refinamiento, no tendrán dulce
sabor, y el canto de los pájaros, y los acordes de la cítara, no le devolverán
el sueño, el dulce sueño que no desdeña las humildes viviendas de los
campesinos ni una umbrosa ribera ni las enramadas de Tempe acariciada por los
céfiros.
Horacio, Odas III,
Damocles fue, al parecer, un cortesano excesivamente
adulador en la corte de Dionisio I, un tirano de Siracusa, Sicilia del
siglo IV a. C. Propagó que Dionisio era realmente afortunado al disponer de tal
poder y riqueza. Dionisio, deseoso de escarmentar al adulador, se ofreció a
intercambiarse con él por un día, de forma que pudiera disfrutar de primera
mano su suerte. Esa misma tarde se celebró un opíparo banquete donde Damocles
gozó siendo servido como un rey. Sólo al final de la comida miró hacia arriba y
reparó en la afilada espada que colgaba atada por un único pelo de crin de
caballo directamente sobre su cabeza. Inmediatamente se le quitaron las ganas
de los apetitosos manjares que le sirvieron y las hermosas mujeres que había
pedido, y pidió al tirano abandonar su puesto, diciendo que ya no quería seguir
siendo tan afortunado.
La espada de Damocles es una frase acuñada para
ejemplificar el peligro que se instala en aquellos que ostentan gran poder,
pues no sólo pueden perderlo de golpe, sino todo lo demás, incluida la vida.
Tallas en madera de la espada de Damocles aparecen en libros europeos de los
siglos XVI y XVII. Además el diccionario de la Real Academia Española la define
como "Amenaza persistente de un peligro".
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