domingo, 17 de diciembre de 2017

CARTA DE UNA JOVENCÍSIMA DESESPERADA JULILLA DE LOS CÉSARES A UN JOVEN LUCIO CORNELIO SILA


Os amo, pese a que los meses y los años me han demostrado el poco amor con que me correspondéis y lo poco que os importa mi suerte. En junio cumplí dieciocho años, y ya debería estar casada, pero he logrado aplazar esa horrible necesidad poniéndome enferma. Quiero casarme con vos, sólo con vos, mi muy querido, mi queridísimo Lucio Cornelio. Mi padre no sabe qué hacer; no se atreve a presentarme un novio adecuado, y yo pienso seguir así hasta que vengáis y me digáis que vais a casaros conmigo. En cierta ocasión dijisteis que era una niña y que al crecer desaparecería mi amor por vos, pero a pesar del tiempo transcurrido - casi dos años- se ha demostrado lo que mi amor vale, se ha demostrado que mi amor por vos es tan inexorable como el regreso del sol desde el sur todas las primaveras. Ya no está esa delgada dama griega a quien tanto odiaba, maldecía y a quien mil veces deseé la muerte. ¿Veis los poderes que tengo, Lucio Cornelio? ¿Por qué no os dais cuenta de que no podéis escapar de mí? No hay corazón tan lleno de amor como el mío que no pueda recibir la recíproca. Me amáis, sé que me amáis. Ceded, Lucio Cornelio, ceded. Venid a verme, arrodillaos junto a mi lecho del dolor, apoyad vuestra cabeza en mi pecho y dadme un beso. ¡No me condenéis a la muerte! Haced que viva. Casaos conmigo.






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