Os
amo, pese a que los meses y los años me han demostrado el poco amor con que me
correspondéis y lo poco que os importa mi suerte. En junio cumplí dieciocho
años, y ya debería estar casada, pero he logrado aplazar esa horrible necesidad
poniéndome enferma. Quiero casarme con vos, sólo con vos, mi muy querido, mi
queridísimo Lucio Cornelio. Mi padre no sabe qué hacer; no se atreve a
presentarme un novio adecuado, y yo pienso seguir así hasta que vengáis y me
digáis que vais a casaros conmigo. En cierta ocasión dijisteis que era una niña
y que al crecer desaparecería mi amor por vos, pero a pesar del tiempo
transcurrido - casi dos años- se ha demostrado lo que mi amor vale, se ha
demostrado que mi amor por vos es tan inexorable como el regreso del sol desde
el sur todas las primaveras. Ya no está esa delgada dama griega a quien tanto
odiaba, maldecía y a quien mil veces deseé la muerte. ¿Veis los poderes que
tengo, Lucio Cornelio? ¿Por qué no os dais cuenta de que no podéis escapar de
mí? No hay corazón tan lleno de amor como el mío que no pueda recibir la
recíproca. Me amáis, sé que me amáis. Ceded, Lucio Cornelio, ceded. Venid a
verme, arrodillaos junto a mi lecho del dolor, apoyad vuestra cabeza en mi
pecho y dadme un beso. ¡No me condenéis a la muerte! Haced que viva. Casaos
conmigo.
Pasión por los romanos. Un blog de divulgación creado por Xavier Valderas que es un largo paseo por el vasto Imperio Romano y la Antigüedad, en especial el mundo greco-romano.
domingo, 17 de diciembre de 2017
CARTA DE UNA JOVENCÍSIMA DESESPERADA JULILLA DE LOS CÉSARES A UN JOVEN LUCIO CORNELIO SILA
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