lunes, 15 de junio de 2015

OCTAVIO DECIDE PROFESIONALIZAR EL EJÉRCITO



Dado que era políticamente correcto que el heredero de César se presentase a sí mismo a las legiones de la Galia, Octavio permaneció el tiempo suficiente para visitar a cada una de las seis legiones acampadas alrededor de Narbo, y caminó entre los soldados y les dedicó la vieja sonrisa de César; muchos eran veteranos de las guerras galas, y se habían alistado de nuevo por el puro aburrimiento en la vida civil. «Eso tenía que acabarse», pensó Octavio mientras hacía sus rondas, la mano derecha destrozada de tantos entusiastas apretones. Algunos de estos hombres se habían convertido en grandes propietarios de tierras a través de una docena de alistamientos; se los licencia, se hacen con diez iugera cada uno, y un año más tarde están de vuelta para otra campaña. Entran, salen, entran, salen, y cada vez acumulan más tierra. Roma necesita tener un ejército permanente, sus hombres alistados para servir veinte años sin licencia. Luego, al final, recibirán una pensión monetaria en lugar de tierra. Italia no es tan grande, e instalarlos en las Galias, las Hispanias, o Bitinia o donde sea no les gusta. Son romanos y añoran una vejez en casa. Mi padre divino acomodó a la décima en los alrededores de Narbo porque se amotinaron, pero ¿dónde están estos hombres ahora? Pues en las legiones de Agripa.


«Un ejército debe estar donde está el peligro, dispuesto a luchar en un nundinum. Se acabó eso de enviar pretores a reclutar, equipar y entrenar tropas con una prisa tremenda alrededor de Capua, para después enviarlos en una marcha de mil millas a enfrentarse con el enemigo de inmediato. Capua continuará siendo el campo de entrenamiento, sí, pero en el momento en que un soldado haya acabado su instrucción, debe ser enviado inmediatamente a alguna frontera para incorporarse a una legión ya instalada allí. Cayo Mario abrió las legiones al alistamiento de los pobres del Censo por Cabezas; ¡oh, cómo lo odiaron los boni por eso! Para los boNi (los hombres buenos), los pobres del Censo por Cabezas no tenían nada que defender, ni tierras ni propiedades. Pero los soldados del Censo por Cabezas resultaron ser incluso más valientes que los viejos propietarios, y ahora las legiones de Roma están formadas exclusivamente por el Censo por Cabezas. Hubo una vez en que los proletarios no tenían nada que dar a Roma excepto hijos; ahora le dan a Roma su valor y sus vidas. ¡Una brillante jugada. Cayo Mario!»


( C. McC. )



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