Mi querido Antonio:
Estamos
en un punto muerto ya que mis legionarios rehúsan combatir contra los tuyos y
los tuyos rehúsan combatir contra los míos. Ellos pertenecen a Roma, dicen, no
a cualquier hombre, incluso un triunviro. Los días de las grandes gratificaciones,
dicen, han pasado. Estoy de acuerdo con ellos. Desde Filipos he sabido que no
podemos seguir resolviendo nuestras diferencias a través de ir a la guerra el
uno contra el otro. Puede que tengamos el imperium maius, pero para poder
hacerlo cumplir debemos mandar a soldados dispuestos. Y no lo hacemos.
Por
lo tanto, propongo, Marco Antonio, que cada uno de nosotros elija a un único hombre
como su agente para encontrar una solución a este punto muerto. Como persona
neutral a quien ambos consideremos justa e imparcial, ¿podríamos nombrar a
Lucio Cocceio Nerva? Estás en libertad para discutir esta elección y nombrar a
otro hombre. Mi agente será Cayo Mecenas, y ni tú ni yo debemos estar presentes
en este encuentro. Asistir significaría caldear los ánimos.
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