domingo, 7 de junio de 2015

SERVILIA ECHANDO DE MENOS A CÉSAR




Habían pasado tantos años desde que César se marchó a la Galia, años en los que se acostaba sola y rechinaba los dientes mientras aporreaba con los puños la almohada. Amándolo, deseándolo, necesitándolo. Lánguida de amor, mojada por el deseo, hambrienta de la necesidad. Aquellas feroces confrontaciones, duelos de voluntad e ingenio, guerras de fuerza. Oh, y la exquisita satisfacción de saberse vencida, de medirse con un hombre y ser aplastada por él, dominada, castigada, esclavizada; estando completamente segura del alcance de sus propias habilidades e inteligencia... ¿Qué más podía pedir una mujer que un hombre que inspiraba respeto? ¿Quién era más que ella, y sin embargo aún estaba atado a ella por algo más tangible que sus cualidades de mujer? César, César...


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