Tal obra no teme al invierno pluvioso, ni
al triple haz de rayos de Júpiter, ni a las legiones de vientos que Eolo retiene,
ni a la injuria durable del tiempo: seguirá enhiesta mientras duren la tierra y
el cielo y la gloria de Roma. Y aquí, al amparo de la noche silente, cuando los
dioses de lo alto se complacen en las cosas de la tierra, la turba de los
tuyos, abandonando el cielo, descenderá a abrazarse en torno a ti; y acudirá
con ellos a ese abrazo tu hijo y tu hermano y tu padre y tu hermana: tu cuello
acogerá a todos los astros.
( Silvas)
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