Cleopatra
hizo lo posible para que él pasara una noche agradable, aunque comprendía que
si bien él a su manera la quería, ninguna mujer sustituiría jamás a Roma en el
corazón de su amante, ni significaría tanto para él como la Décima o la Sexta
legiones. Es lógico, se dijo, esos soldados y él han pasado muchas cosas
juntos. Sus hombres forman parte de las fibras mismas de su ser. Pero también
yo moriría por él. Es el padre que no tuve, el marido de mi corazón, el hombre
perfecto. ¿Quién en todo el mundo podría compararse a él? Ni siquiera Alejandro
Magno, que fue un conquistador aventurero, poco interesado en los aspectos
prácticos del buen gobierno o los estómagos
vacíos de los pobres. Babilonia no atrae en absoluto a César. César nunca
sustituiría a Roma por Alejandría. ¡Ojalá lo hiciera! Con César a mi lado, no
sería Roma quien dominara el mundo sino Egipto.
Podían
besarse y abrazarse, pero hacer el amor era imposible. Sin embargo, un hombre
tan sereno como César no se dejaba disuadir por eso. Me gusta la manera en que
me acaricia, tan rítmica y firme, y sin embargo la piel de la palma de su mano
es suave. Cuando se vaya, podré imaginar esas manos, tan hermosas. Su hijo se
parecerá a él.
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