Nicias
(en griego: Νικίας; c. 470-413 a. C.) fue un general y estadista de la Antigua Atenas que
vivió durante la época de la Guerra del Peloponeso, uno de los personajes más
notables de la Atenas posteperíclea. Demócrata moderado y adversario, en este
sentido, de Cleón, fue responsable de notables victorias en la
mencionada guerra y también, junto a otras causas, responsable de la derrota
final debido a su escaso talento estratégico y a su carácter dubitativo y
supersticioso. Sus hechos de guerra están redactados con imparcialidad por Tucídides
en los libros III y IV de su Historia de la Guerra del Peloponeso. Éxitos
reseñables, por citar algunos, fueron la toma de Minoa en Megara en el año 427
a. C., la ocupación de Citera en el 424 a. C., y la campaña de Tracia en el
423 a. C.4
Tras
la muerte de Pericles en el 429 a. C., se convirtió en el principal
rival político de Cleón y de los demócratas en la lucha por el poder en el
estado ateniense. Su principal objetivo era acordar una paz con Esparta tan
pronto como ésta pudiera obtenerse bajo condiciones favorables para Atenas. Fue
elegido de forma frecuente para servir como stratego (general) para Atenas
durante la Guerra del Peloponeso. Dirigió varias expediciones, aunque sus
logros fueron escasos. No obstante, tuvo gran responsabilidad en las
negociaciones que concluyeron con éxito en la paz que lleva su nombre la Paz de
Nicias, del año 421 a. C., y que divide la Guerra del Peloponeso en dos partes:
la Guerra arquidámica y la Guerra de Decelia (con el «entreacto» entre ambas de
la Expedición a Sicilia).
Tras
la Paz, se opuso a los ambiciosos planes de Alcibíades para obtener
mayores beneficios para Atenas. A pesar de ello, Nicias fue elegido para
participar en la invasión ateniense de Sicilia. El sitio de Siracusa casi logró
su objetivo, pero la llegada del general espartano Gilipo revirtió de
tal modo la situación que los atenienses se vieron de repente asediados ellos
mismos. Nicias dirigió a sus tropas en un intento de escapar por tierra, pero
fueron interceptadas y derrotadas. Nicias fue ejecutado por las tropas del
general espartano Gilipo, pese a su oposición, en las latomías de Siracusa.
Los
historiadores consideran que el fracaso de la intervención ateniense en Sicilia
fue debida en gran parte a la poca capacidad militar de Nicias.
Nicias
era miembro de la aristocracia ateniense. Heredó de su padre Nicerato
una considerable fortuna invertida principalmente en las minas de plata de
Laurión, en Ática. Señal de su riqueza se encuentran en el hecho de que tenía
no menos de 1000 esclavos. Plutarco indica que Nicias era también
extremadamente generoso, y que utilizaba su riqueza en actividades caritativas
en Atenas y en la financiación de festivales religiosos.
La
iniciación en política de Nicias tuvo lugar en la época en la que Pericles se
encontraba a la cabeza del gobierno de Atenas. Tras la muerte de Pericles en el
429 a. C., Nicias se convirtió en un importante político ateniense dentro del
partido aristocrático conservador, del que se erigió como líder. Como tal,
Nicias se convirtió en el principal rival político del partido demócrata
radical de Cleón. Según Plutarco, Nicias no tenía el encanto o la elocuencia
necesaria para conseguir el apoyo popular, por lo que utilizó su riqueza para
adquirir popularidad por la magnífica manera en la que desempeñó varios
servicios públicos, especialmente aquellos relacionados con la religión del
Estado, de la cual era un fuerte partidario. Financió coros para los dramas
atenienses, es decir desempeñó la liturgia de la coregía; organizó eventos
deportivos y erigió estatuas y templos.
Plutarco
hace una referencia específica ejemplificativa de la generosidad de Nicias: la
financiación del festival de Delos. Nicias pagó la construcción de un puente de
barcos entre Delos y las islas Rineias. Las naves fueron decoradas con
guirnaldas, pan de oro y ricos tapices, y sobre el puente cruzó un coro
ataviado con ricas vestimentas. Luego creó un fondo económico de 10.000 dracmas
para que se pudiese continuar celebrando ese evento en el futuro. Sus
instrucciones fueron grabadas en un pilar.
Nicias
fue nombrado stratego en los años 427 a. C. y 425 a. C. Durante estos años,
Nicias se mostró como un general muy cauto. Evitó llevar a cabo empresas
militares de importancia como comandante y, según Plutarco, esto resultó un
beneficio para su polis, puesto que Nicias fue capaz de evitar la mayoría de
las desgracias atenienses, tanto militares como políticas.
Plutarco
dice que «Nicias declinó todas empresas difíciles y largas; si tomaba el mando,
era para hacer lo que era seguro». También menciona que en el campo de batalla
Nicias se comportaba como un buen combatiente, que luchaba con tanto coraje
como cualquier otro soldado.
Tras
una década de lucha entre Atenas y Esparta en la Guerra del Peloponeso, ambos
estados se encontraban exhaustos. Gracias al apoyo de Nicias, el general
ateniense Laques consiguió finalmente que la Asamblea de Atenas aprobara
un armisticio cuyo fin era estudiar el progreso del general más efectivo de
Esparta, Brásidas. Sin embargo, la «tregua de Laques» tuvo poco impacto
en las actuaciones de Brásidas, por lo que colapsó en tan sólo un año. Brásidas
continuó la guerra y conquistó Escíone y Mende intentando alcanzar Atenas y
liberar a los prisioneros espartanos. Atenas envió refuerzos al mando de
Nicias, que pudo recapturar Mende.
Cleón
terminó definitivamente con la tregua entre Atenas y Esparta cuando decidió
rescatar la ciudad de Anfípolis en Macedonia. Sin embargo, gracias a la hábil dirección
de Brásidas, los espartanos vencieron a los atenienses en la batalla de
Anfípolis. Sin embargo, tanto Brásidas como Cleón murieron en la batalla, lo
cual eliminó del escenario político a los miembros más importantes a favor de
la guerra en ambos bandos del conflicto.
En el
421, Nicias y Plistoanacte, rey de Esparta, buscaron un tratado de paz
entre todos los estados involucrados en la guerra. Llegaron al acuerdo conocido
como la Paz de Nicias, que puso fin de manera temporal a la Guerra del Peloponeso.
La
esencia de la Paz de Nicias era el retorno a la situación anterior a la guerra:
la mayor parte de las ganancias territoriales y de poder de la guerra debían
ser devueltas. De entre las condiciones más notables, resaltaba que Anfípolis
debía ser devuelta a Atenas, y que los atenienses debían liberar a los
prisioneros capturados en los Templos de Esfacteria. Los templos de toda Grecia
estarían abiertos a los fieles procedentes de todas las ciudades, y el oráculo
de Delfos retomaría su autonomía. Atenas podría continuar recaudando tributos
entre los estados, tal y como había hecho desde el tiempo de Arístides,
pero no podría obligarles a convertirse en aliados. Atenas también accedió a
acudir en ayuda de Esparta en el caso de que los hilotas se rebelasen.
Todos
los aliados de Esparta aceptaron la firma del tratado salvo por Beocia,
Corinto, Elis y Mégara.
Nicias
sentía nostalgia por la dorada época de Pericles y buscaba seguir su política
moderada de expansión territorial. Tenía el apoyo de oligarcas y el ala
moderada del antiguo partido democrático, que buscaba una salida dialogada al
conflicto siempre que hubiera condiciones favorables. Dicho partido se había
dividido al morir el caudillo ateniense entre los partidarios de Nicias y la
línea dura de Cleón y Brásidas, partidarios de ganar militarmente la guerra a
todo coste. La muerte de ambos en Anfípolis permitió a Nicias y compañía firmar
un tratado de paz con Esparta, lo que se mantendría hasta el resurgimiento de
los más imperialistas al mando de Alcibíades.
Entró
con éxito variable en un período de rivalidad con Alcibíades, los detalles del
cual son en gran parte cuestión de conjetura. Tan amarga era la contienda que
el ostracismo de uno parecía inevitable, pero mediante una coalición temporal
consiguieron el destierro del demagogo Hipérbolo (417 a. C.). En el 415
fue nombrado con Alcibíades y Lámaco para comandar la expedición a
Sicilia, y, tras la huida de Alcibíades y la muerte de Lámaco, fue en la
práctica el único comandante, el mucho más capaz Demóstenes (no el orador), que
fue enviado en su ayuda, siendo aparentemente de peso comparativamente pequeño.
Hasta
dónde es atribuible a su precaución excesiva y a su fe ciega en los presagios
el desastroso fracaso es difícil de decir. Tantas oportunidades de éxito
atenienses no fueron aprovechadas, pero, como ocurre siempre con la
retrospectiva, se ve claramente sólo a posteriori. Era un hombre de
respetabilidad convencional y de piedad mecánica, sin la originalidad que le
fue exigida para enfrentarse a la crisis que se le presentó. Su popularidad con
el partido aristocrático de Atenas es, sin embargo, sorprendentemente mostrado
por el lamento de Tucídides sobre su muerte: «Él, con toda seguridad, de entre
todos griegos de mi tiempo, era el que menos se merecía llegar a tan extremo
punto de infortunio, considerando su exacto cumplimiento de las obligaciones
establecidas con la divinidad».
Nicias
aparece como personaje en el diálogo Laques de Platón, en el cual Sócrates
y otros discuten la naturaleza del valor sin llegar a alcanzar conclusiones
firmes.
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