Dúmnorix
(m. 54 a. C.; en latín, Dumnorix) fue un líder de los heduos durante la guerra
de las Galias. Nacido en el seno de una familia aristocrática; hermano de Diviciaco y yerno de Orgétorix, rey de los
helvecios, fue uno de los más feroces enemigos de Julio César. Las únicas informaciones acerca de
Dumnórix proceden de la obra de César; Comentarios a la guerra de las Galias.
En Bibracte, capital de los heduos, se han hallado monedas con su efigie
grabada, así como un gran número de inscripciones que llevan su nombre.
De
acuerdo con los escritos de César, Dúmnorix, que era «príncipe» (¿vergobreto?)
de los heduos, conspiró con Orgétorix, el
líder helvecio que organizó la migración de su pueblo, y Cástico, jefe de los sécuanos. La alianza
entre los tres adalides tenía como objetivo lograr la dominación de la Galia. A
fin de reforzar el tratado, Dúmnorix se casó con la hija de Orgétorix.
Receloso, Cástico abandonó a sus dos aliados, que aun así continuaron con sus
planes.
En 58
a. C., durante la migración de los helvecios, autorizó el paso de este pueblo
por el territorio de los sécuanos. Posteriormente empleó su influencia a fin de
impedir la entrega de trigo que los heduos habían prometido a César. A pesar de
todo, cuando se produjo la batalla entre los helvecios y los romanos, huyó con
su caballería de las tropas enemigas para no enfrentarse con ellos. Fue acusado
por el vergobreto Lisco y por su propio hermano, Diviciaco. César accedió a perdonarlo con el
objeto de no perturbar los vínculos de amistad que lo unían con su pueblo; no
obstante, Dúmnorix urdió otro complot.
En 54
a. C., conspiró contra César, que quería obligarlo a que le asistiera en su
invasión de Britania para tenerlo vigilado; tal y como narra este fragmento de
los Comentarios a la guerra de las Galias:
Hallábase
con ellos el heduo Dúmnorix, de quien ya hemos hablado, al cual principalmente
resolvió llevar consigo, porque sabía ser amigo de novedades y de mandar, de
mucho espíritu y autoridad entre los galos. A más que él se dejó decir una vez
en junta general de los heduos, «que César le brindaba con el reino», dicho de
que se ofendieron gravemente los heduos, dado que no se atrevían a proponer a
César por medio de una embajada sus representaciones y súplicas en contrario,
lo que César vino a saber por alguno de sus huéspedes. Él al principio
pretendió, a fuerza de instancias y ruegos, que lo dejasen en la Galia,
alegando unas veces que temía al mar, otras que se lo disuadían ciertos malos
agüeros. Visto que absolutamente se le negaba la licencia, y que por ninguna
vía podía recabarla, empezó a ganar a los nobles, a hablarles a solas y a
exhortarlos a no embarcarse; poniéndolos en el recelo de que no en balde se
pretendía despojar a la Galia de toda la nobleza; ser bien manifiesto el
intento de César de conducirlos a Britania para degollarlos, no atreviéndose a
ejecutarlo a los ojos de la Galia. Tras esto empeñaba su palabra, y pedía
juramento a los demás, de que practicarían de común acuerdo cuanto juzgasen conveniente al bien de la patria.
Dúmnorix
huyó con una cohorte de caballería. César ordenó perseguirlo y ejecutarlo si se
resistía. Dúmnorix resultó asesinado y su caballería se unió al ejército de
César.
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