No era de ahora el que los ilirios insultasen de
continuo a los que navegaban de Italia, pero actualmente durante su estancia en
Fenice, destacándose muchos de la escuadra, robaban a unos, degollaban a otros,
y conducían prisioneros a no pocos comerciantes italianos.
Los romanos, que hasta entonces desestimaron las
quejas contra los ilirios, llegando estas a ser ahora mas frecuentes en el
Senado, nombraron a Cayo y Lucio
Coruncanio por embajadores a la
Iliria, para que se informasen con detalle de estos hechos. Teuta, al
regreso de sus buques de Epiro, admirada del numero y riqueza de despojos que
transportaban (era entonces Fenice la ciudad mas opulenta del Epiro), cobro
doblado valor para insultar a los griegos.
Las conmociones
intestinas la disuadieron por entonces; pero sosegados que fueron los vasallos
que se habían rebelado, al punto puso sitio a Issa, la única ciudad que había rehusado obedecerla. Entonces llegaron los embajadores romanos, quienes
admitidos a audiencia, expusieron los agravios que habían recibido. Durante
todo el discurso, la reina los escucho, afectando un aire altivo y demasiado
altanero; pero después que concluyeron, les manifestó "que procuraría poner remedio para que Roma no tuviese motivo de resentimiento de parte de su
reino en general; pero que en particular, no se acostumbraba por parte de los
reyes de Iliria el prohibir a sus vasallos el corso por utilidad propia".
Ofendido de esta respuesta el mas joven de los
embajadores, con libertad conveniente si, pero importuna, la dijo: "Señora, el mas
apreciable carácter de los romanos es vengar en común los agravios contra sus
particulares, y socorrer a sus miembros ofendidos: en este supuesto,
intentaremos con la voluntad de los dioses obligaros a la fuerza y prontamente
a que reforméis las costumbres de los reyes de Iliria". La reina
tomo este desenfado con una ira inconsiderada y propia de su sexo, y la irrito
tanto el dicho, que sin respeto a derecho de gentes, envió en seguimiento de
los embajadores que habían partido, para que diesen muerte al autor de
semejante falta de respeto: acción que lo mismo fue saberse en Roma, que
enfurecidos con el insulto de esta mujer, hacer aparatos de guerra, matricular
tropas y equipar una armada. Llegada la primavera, Teuta dispuso mayor numero
de buques que el anterior, y los volvió a enviar contra la Grecia.
De estos, unos pasaron a Corcira, otros abordaron al
puerto de Epidamno, con animo en apariencia de hacer agua y tomar víveres, pero
en realidad con el designio de sorprender y dar un golpe de mano a la ciudad.
Los epidamnios recibieron incautamente y sin precaución estas gentes, que
introducidas en la ciudad con vestidos propios para tomar agua y una espada
oculta en cada vasija, degollaron la guardia de la puerta y se apoderaron rápidamente de la entrada. Entonces acudió un eficaz socorro de los navíos, según estaba dispuesto, con cuya ayuda se ampararon a poca costa de la mayor
parte de los muros.
Mas los vecinos
aunque desprevenidos por lo inopinado del caso, se defendieron y pelearon con
tanto vigor, que al cabo los ilirios, tras de una prolongada resistencia,
fueron desalojados de la ciudad. En esta ocasión, el descuido de los epidamnios
los puso cerca de perder su patria; pero su valor los salvo y les dio una lección para el futuro. Los jefes ilirios se hicieron a la vela con precipitación, se incorporaron con los que iban delante y fondearon en Corcira,
donde hecho un pronto desembarco, emprendieron el poner sitio a la plaza.
Los corcirenses, consternados con este accidente, y
sin esperanza de ningún remedio, enviaron legados a los aqueos y etolios. Al
mismo tiempo que estos, llegaron también los apoloniatas y epidamnios, rogando
les enviasen un pronto socorro y no contemplasen con indiferencia que los
ilirios les arrojasen de su patria. Estas embajadas fueron escuchadas
favorablemente por los aqueos, quienes dotaron de tripulación de mancomún a
diez navíos de guerra, y equipados en breve tiempo, se dirigieron hacia
Corcira, con la esperanza de librarla del asedio.
( Polibio )
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